viernes, 13 de diciembre de 2013

LO QUE NOS DEJA LA DEBACLE


Mi gran incógnita es: Si el acoso sexual es tan generalizado en todas las universidades del país ¿por qué nunca ha habido denuncias? Si son hombres y mujeres universitarias ¿qué les cuesta ir a la comisaría, al CENIDH dónde sea? Digo, si sos una persona sin educación, sin conocimiento de tus derechos, es lógico que pasés años sufriendo acoso o violencia. ¿Pero universitarios? ¿Estudiantes de comunicación? Si yo fuera acosado por alguien al día siguiente me armaría de grabadoras, o cámaras o algo así o armaría escándalo inmediatamente. O como dicen por ahí que la mayor parte de los casos es compra-venta de calificaciones-favores sexuales. Es un tema súper serio. Y preocupante.

Tomado del muro de Facebook de JM


El 10 de diciembre Angélica Fajardo Díaz, estudiante egresada de Comunicación social de la Universidad Centroamericana publicó “Debacle de comunicación social” en la sección Reporte ciudadano del Confidencial.

El texto en cuestión, que hace denuncias graves sobre acoso sexual y restricción a la libertad de expresión entre otros, ha generado debates en las redes sociales.  De entre ellos, el que generó un comentario de JM –citado más arriba- me parece hasta el momento el más interesante.

El debate del muro de facebook de JM, es un hilo de conversación que habla de lo difícil que es hacer una denuncia sobre acoso en “un país machista, y donde las leyes están en pañales” y de que “en la sociedad nica todos quieren los derechos pero nadie está dispuesto a fajarse por ellos”

Una frase popular dice que las opiniones son como los culos: todos tenemos uno. Sin embargo, como bien señala JM, este tema es súper serio y preocupante y es necesario al menos sacarlo a la luz, hablar de ello, y esto pasa por reconocer que es un tema tabú, lleno de mitos.

Toda sociedad está llena de mitos, que son al final supuestos y creencias que hemos construido sobre la realidad y el comportamiento de los y las demás. Los mitos a su vez se ven reforzados por nuestra tendencia a simplificar las cosas, utilizando la selección perceptiva, es decir, que escogemos aquellos datos de la realidad que confirman nuestras creencias previas. Luego se nos dificulta asumir otras perspectivas que no sean las nuestras y menos aún percatarnos de que una buena parte de las cosas que “sabemos” y pensamos provienen de nuestra crianza, marcos educativos y la cultura de la que somos parte.

El acoso, el abuso y la violación, son parte de las conductas violentas que habitan la epidermis de nuestra sociedad; acompañadas del silencio, la obediencia y la represión han convivido con nosotros y nosotras desde que Nicaragua fue fundada en las espaldas de sus habitantes originales.

Desde los cacicazgos, pasando por la encomienda, la finca y el llamado Estado nación, hemos construido una cultura patriarcal que usa y abusa del poder, replicando su modelo en la esfera pública y en la privada, en la casa y en el trabajo, en los centros educativos y en las instituciones públicas.

El silencio, la obediencia, el respeto, la vergüenza y el miedo son transmitidos como una enfermedad de generación en generación, con algunas nobles excepciones. Y como bien señalaba el hilo del debate de facebook: “(…) no es una cuestión de educación. Es cuestión de miedo y de muchas cosas más”

Tanto en el campo como en la ciudad; en el atlántico como en el pacífico; en familias que viven a la orilla del lago en casas de plástico negro y cartón como en familias que viven en residenciales con aire acondicionado y guardas de seguridad, prima la cultura de callar el acoso, de callar el abuso, de callar las violaciones.

Y esto lamentablemente, con la complicidad de policías, magistrados, magistradas, diputados, diputadas, políticos, presidentes, expresidentes, ministros, ministras, sacerdotes, monjas, maestros, maestras, catedráticos, catedráticas, empresarios, empresarias, obreros, obreras, padres, madres, hermanos, hermanas… porque al final todos y todas somos hijos e hijas de esta cultura.

Angélica Fajardo Díaz ha hecho su denuncia, la Universidad Centroamericana respondió públicamente que habían recibido la misma (antes de la publicación del texto) y que están actualmente investigando el caso.

El debate en las redes sociales empieza a diluirse, como siempre ocurre. Pronto un nuevo tema se hará viral y olvidaremos el tema, alguno o alguna dará seguimiento, talvez. Pero eso no hace menos real la violencia cotidiana que habita tras las puertas y paredes de este país. Así que al menos hagamos un esfuerzo por cuestionar nuestras perspectivas, por no simplificar la realidad… y sobre todo, sintámonos incómodos y hagamos a otros y otras sentirse incómodos, que callar y olvidar deje de ser un rasgo que heredemos a nuestros descendientes.

Heredemos la fuerza de la palabra, heredemos el fin del silencio.

Alberto Sánchez Argüello
Managua 13 Diciembre 2013

Imagen: El grito de Munch (detalle)

martes, 10 de diciembre de 2013

¿DÓNDE ESTÁ MI CONSTITUCIÓN?




Normalmente nuestras vidas discurren por las mismas rutinas intrascendentes; ciclos continuos de respiración, alimentación –con su respectiva descarga- algún trabajo y mucha proscrastinación, al menos en mi caso. De vez en cuando cosas como el cambio climático, los genocidios extranjeros o locales y alguna que otra gran crisis financiera nos logran sacar de nuestra indiferencia profesional, pero todo es tan pasajero como un sitcom de warner.

Sin embargo, esto no es excusa para dejar de atender la coyuntura de las reformas constitucionales. A pesar de la efectiva tarea de los medios por desinformarnos, algo nos dice que cambios importantes están operando en nuestro entorno inmediato y debemos prepararnos.

Lo primero que debemos saber es que el artículo 147 de la Constitución que prohibía postularse a la Presidencia a quien ejerce el cargo antes de los comicios, pasa a la historia. Esto significa reelección continua e indefinida. Esto no debería de preocuparnos demasiado sabiendo que el gobierno actual y sus representantes apuestan por la juventud y el relevo generacional. Sin embargo, siempre nos queda proponer una cláusula de demencia senil, no vaya a ser y acabemos convertidos en otro Vaticano.

Ahora para ser reelecto basta con mayoría simple, en vez de obtener un porcentaje de 35 por ciento en las elecciones. Esto parece que viene ayudar al Consejo Supremo Electoral a contar más rápido los votos y talvez lograr publicar los resultados finales en algún momento del quinquenio, sean datos reales o no.

Se mantendrá a los funcionarios en sus cargos vencidos. Bueno, al menos esto es buenas noticias para los fan de “The walking dead”, ¿porque suena un poco a un funcionariado zombi no? Nada mal si al menos estuviese permitido limpiarlos de los ministerios e instituciones, cuando ya sus cuerpos se estén cayendo a pedazos.

También se dictarán decretos de carácter administrativo con fuerza de ley. Esto me parece que puede gustar a algunas de estas buenas familias que viven del figureo y que bien quisieran ser parte de una monarquía o principado, así al estilo Mónaco o Luxemburgo. También da mas caché decir que queremos derrocar a un Rey que botar a un presidente.

Por otro lado se crearán mecanismos de control ciudadano a través de las denominadas “asambleas territoriales”.  Esto debería alegrarnos porque ¿se refiere a nosotrxs no? Todxs nosotrxs somos ciudadanxs del país y podremos controlar al Estado ¿verdad? A menos claro que algunxs sean más ciudadanxs que otrxs ante los ojos del Partido-Estado…

También se establece que las diputaciones pertenezcan a los partidos, separar las elecciones presidenciales de las municipales y se establece que los militares activos ocupen cargos en el poder ejecutivo. Esto me último me intriga, es decir, cuanto estemos ante estos funcionarios-militares como nos vamos a referir a ellos? ¿Señor ministro-militar? ¿Señor militar-ministro? Sin mencionar el miedo que me dan a mí las armas y los uniformes. No sé como haría para reclamarle algo a un tipo que sé que tiene derecho a descargarme encima un AK y luego argumentar razones de seguridad nacional, se complica bastante el asunto.

Bueno, pasado este momento podemos volver a nuestros muros de facebook, a nuestros time lines de tuiter, prepararnos para la semana laboral, seguir comiendo y disfrutando de la rutina, tranquilos porque sabemos que estos cambios no afectan nuestra vida cotidiana, siempre y cuando no hagamos nada por evitar los peligros de la reelección continua, sostener funcionarios zombies y permitir un gobierno por decretos con militares en cargos públicos.

Si nada de esto nos molesta podemos ir por otro café y esperar la próxima reelección.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Nicaragua 10 Noviembre 2013

Día del funeral de Nelson Mandela, día internacional por los DDHH y día en que las reformas a la constitución de la república de Nicaragua enviadas por el poder ejecutivo fueron aprobadas por la Asamblea Nacional, en tiempo record.

Imagen: Parte de los miembros de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional/ ALFONSO MALESPÍN / END

miércoles, 4 de diciembre de 2013

DINOSAURIOS


Te juro que miré pasar un dinosaurio por la manguera de la bomba de combustible. No fue algo raro ni sobrenatural, simplemente pasó,  sin saludar, directo al agujero de aluminio que alimenta ese estómago insaciable del Land Rover que compró mi abuelo en los años sesenta.

Al verlo pensé que nos hemos acostumbrado a verlos como diesel o gasolina, y me parece excelente que se muestren de vez en cuando tal cual eran, que nos recuerden que siguen caminando por la tierra enfundados en nuestros automóviles.  

-Bueno, es cierto que la mayor parte del sacrificio lo hicieron plancton y otros microorganismos, pero es poco romántico imaginar el espíritu de seres microscópicos moviendo las ruedas del Jeep-

Ahora pienso que está muy bien que tengamos el combustible más caro de Centroamérica, es el mínimo de respeto que le debemos a esos gigantescos reptiles que nos precedieron, más aún después de viajar dos mil ciento veinte kilómetros desde Venezuela. 

Me toca desembolsar cada vez más para que mi armatoste de aluminio siga caminando, y claro que suben los precios de la comida y todo aquello que tenga que desplazarse por asfalto y tierra para llegar hasta nuestra casas, pero ningún gasto se equipara al sacrificio de esta fauna prehistórica que llevamos décadas quemando para iluminar y movilizar nuestra civilización post industrial.

Visto así, es lógico que MPeso brinde el peor de los servicios con el respaldo del gobierno, al final es la forma de ayudar a la población a ofrecer su paciencia como sacrificio en honor a los dinosaurios.

También se me ocurre que Petronic ha hecho bien en nunca regular –realmente- los precios que pone la refinería y las proveedoras de hidrocarburos. Seguramente que las ganancias desorbitantes que generan estas operaciones se usarán algún día para construirles un monumento a los reptiles gigantes.

Para mí todo cambió después de ver ese dinosaurio pasar por la manguera de combustible. Ahora sé que ningún precio será capaz de reflejar el valor real de los combustibles y la electricidad, que debo dejar de pensar que existe tal cosa como una mafia empresa privada-gobierno. Ahora sé que toda la cadena de producción y distribución de hidrocarburos es como una gran Iglesia que nos trae ese invaluable maná del pasado, de manera desinteresada.


Tan sólo me queda esperar que algún día, mi cuerpo sea igual de útil para las necesidades energéticas de una civilización post humana.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Diciembre 2013

Imagen: internet

martes, 26 de noviembre de 2013

OLVIDAR


Yo vivo para adelante, es decir que camino sin mirar para atrás. Por eso cuando se dan reencuentros con ex compañeros de trabajo o gente con la que estudié, se me hace algo difícil voltear la cabeza para situar a esa persona. Normalmente lo que veo es una neblina densa con algunos retazos de recuerdos y a veces simplemente no hay nada ahí.

Después de algunos años he descubierto que es más que un mal hábito, ahora sé que he vivido por períodos, algo así como reinvenciones de mí mismo que han intentado borrar las anteriores.

Luego resulta que mucha gente me conoce y recuerda de una forma que ya no existe. Lo bueno es que las personas encuadran sus miradas detrás de sus preconceptos y raramente se dan cuenta de los cambios que se han operado en los demás, bueno, más allá de los cortes de pelo y de vestuario.

Olvidar tiene sus bemoles, además de no recordar a mucha gente que me saluda y la sensación incomoda de compartir espacios con personas que te muestran afecto sin que yo sienta lo mismo; también se olvidan lecturas, técnicas y herramientas que uno había logrado dominar; a veces me encuentro como novato en cosas que se supone ya superé. Aunque me queda el consuelo de estar en un constante aprendizaje.

Andrés Perez Baltodano menciona mucho eso de que en Nicaragua se olvida, que nuestra historia está llena de momentos en que se prefirió pasar la página y avanzar colectivamente hacia un futuro, amnésicos y sin culpas.

El problema es que el olvido va de la mano del silencio y el silencio va de la mano de la impunidad.

También sucede que al olvidar como país se pueden repetir las mismas dictaduras y pasar por las mismas guerras como si fuera la primera vez.

Como sociedad me doy cuenta que también olvidamos los abusos sexuales, las violaciones, las agresiones políticas, los robos, los fraudes…

¿Será que lo mío es un mal social? 

No sé cómo dejar de olvidar.

Tengo miedo de que Nicaragua siga olvidando y repita los horrores de su historia. Tengo miedo de olvidarme de mí mismo.


Alberto Sánchez Argüello
Managua 26 Noviembre 2013
(días antes de que la constitución de la república sea reformada)


miércoles, 20 de noviembre de 2013

MI IDENTIDAD



La tercera edición del festival de Blogs de Nicaragua trajo el tema de la identidad al mundo virtual. A mí no me apasionaba para nada el tema, me sonaba ajeno, demasiado abstracto, como aquel juego de docentes de psicología que te preguntan quién sos y uno va respondiendo nombres, oficios, atributos y ellos te van desmontando el discurso hasta quedar en nada.

Y entonces pasó que  mi organización sufrió una severa reestructuración presupuestaria y a cinco colegas y a mí, nos pasaron un preaviso de dos meses. Y pues, más allá de lo duro que es quedar en el desempleo, me di cuenta que mi curriculum era tremendo para impresionar a la gente por todo lo que he hecho, pero que no les deja para nada claro que es exactamente lo que hago.

De repente el tema del #BlogsNi se volvió mi tema: ¿quién diablos soy profesionalmente? Y no es cualquier cosa preguntarse eso a los treinta siete años, cuando se supone que uno ya debería ser un profesional consolidado, especialista en alguna cosa productiva, con valor y prestigio social y todas esas cosas que un adulto responsable debe aspirar alcanzar.

Me cuentan que cuando yo era niño, ante la pregunta ¿qué querés ser? yo respondía "eskimero" imagino que motivado más por la gula que por vocación laboral. Años más tarde pensaba que sería un ilustrador de comics y tengo el recuerdo vivido de mi madre, que me encontró dibujando en un álbum de esos que traen dibujos y cuadriculas para copiar. Yo le mostré mi primer boceto y ella me dijo que para que estaba haciendo eso, que yo podía hacer mejores dibujos: los míos.

Aquella idea de ser original caló en mí, y fue una invitación a explorar dentro de mí las ideas, las inspiraciones y eso hice. Al mirar dentro de mi cabeza siempre encontraba algo, como un sombrero de mago sacaba de ella cuentos, dibujos, juegos. A veces parece que se termina pero luego hay algo ahí que bulle por salir y yo lo jalo para afuera, como si fuese algo vivo, que se escapa de mí.

Al final estudié psicología porque parecía ser la carrera con el mayor área de ambigüedad y misterio posible (me planteé estudiar parapsicología pero no quería irme a México) Imaginé un magno futuro en la psicología clínica, con barba, diván y toda la parafernalia psiconalítica, pero un antropólogo matagalpino se interpuso en mi camino y giré rápidamente hacia los extremos de la psicología social y después de ahí al abismo de las consultorías y múltiples trabajos tan dispares como docencia y seguimiento técnico de proyectos  de formación profesional en turismo.

En medio de toda esa búsqueda incesante de estímulo intelectual y el gusto por tomar trabajos que asumí como acertijos por descifrar, seguí dibujando y escribiendo y monté muchos blogs, primero en aquella comunidad ya extinta llamada geocities y en esta nueva encarnación de la web en blogger. Y es en esos post de cuentos, textos biográficos e ilustraciones donde yo puedo ver claramente que soy todo eso, que mi identidad no la puedo resumir en un término de especialidad.

Por eso no puedo escoger entre psicólogo, consultor organizacional, facilitador de procesos, escritor e ilustrador. Lamentablemente para mí, el mercado laboral es miope y le cuesta vernos de forma integral, demanda la especialización.
  
Una buena amiga, Coralia Guerra, dedicada al coaching me ayudó recientemente a definirme bajo el concepto de especialización y me he bautizado a mí mismo como un Especialista en Gestión del Cambio personal y organizacional, con énfasis en liderazgo, cultura y comunicación.

Mi cuerpo se resiste, no me siento cómodo etiquetándome, me siento como un artículo de supermercado. Pero debo afrontar la realidad: el mercado laboral no anda contratando a especialistas en imaginar.

… Pero aún guardo la esperanza de que algún día lo haga.

Alberto Sánchez Argüello

Managua Noviembre 2013

lunes, 18 de noviembre de 2013

LA OSCURIDAD



¿En qué momento poblamos la noche de monstruos?


A las siete me mandaban a acostar, era tiempo de dormir porque al día siguiente tocaba levantarse temprano para la escuela. Yo iba obediente. Mi padre me daba las buenas noches y apagaba la luz. A partir de ese momento mis oídos dibujaban el mundo exterior: los pasos de mis padres, el abrir y cerrar de la refrigeradora, y el televisor, con esos programas que sólo los adultos podían ver y que yo llenaba de imágenes en mi mente.

Una o dos horas después, me alzaba sigiloso de la cama de madera que mi padre había diseñado para mí. Enfundado en el mameluco nocturno, mis pies se deslizaban sin ruido por los ladrillos rojos, hasta llegar a la sala, a unos pocos pasos de mi cuarto. Ahí miraba a mi padre sentado ante los capítulos de los vengadores, la serie original de los ochenta, o con algún noticiero o comedia. A mí me daba igual lo que fuera, lo importante era la gloriosa sensación de estar viendo lo prohibido, sin ser atrapado.

Y sucedió que se me llenó la cabeza con las imágenes de vampiros y otros monstruos que atravesaron la pantalla prohibida una de esas noches. Yo ya temía a la oscuridad, pero a partir de aquella ocasión di forma concreta a mis temores: en poco tiempo imaginé que los vampiros merodeaban mi cama, otros seres de manos verdosas acechaban desde abajo a la espera de mis pies; un ser de cuerpo como derretido y de ojos plateados, dormía en el cuarto de la señora de limpieza; y seres peludos, en parte mono, en parte lobo, se colgaban de la cumbre de las acacias  del patio trasero.

Si me daba sed corría hacia la refrigeradora y escapa hacia mi cuarto de las sombras que sabía que venían detrás de mí. En mi cuarto, me ocultaba bajo las sabanas, respirando con dificultad en aquellos calores infernales de managua, pero seguro de que así lograría que los vampiros no mordieran mi cuello, ni los monstruos me arrastraran fuera de mi mosquitero. 

Nunca hablé de los monstruos, menos aún de aquel gigante de oscuridad, que cada cierto tiempo, salía desde el cementerio central, a buscarme a mí; obligándome a quedarme quedito, con la almohada sobre mi cara, mientras aquello avanzaba despacio desde las tumbas hasta quedar pegadito a mí, tratando de sentirme a través de la pared del lado del patio.

Por años, cuando mi padre apagaba la luz, yo quedaba solo, con todos mis monstruos en la oscuridad. 

... Y sobreviví.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Noviembre 2013


miércoles, 6 de noviembre de 2013

MI PADRE



Los gigantes habitan nuestros cuentos, son horror y fantasía que destruyen pueblos con sus pies o bien ayudan a los héroes a enfrentar dragones escupe fuego y travesías imposibles. Yo también tuve mi gigante, un hombre que me alzaba contra la pared mientras cantaba el sapo y la rana se fueron a casar, un ser moreno que contrastaba con el blanco pálido de mi piel, un ser que soportaba mis patadas en el comedor y me mandaba lavar las manos antes de comer.

Luego fui conociendo al gigante, descubriendo sus libros en los estantes que ocupaban toda la casa, viéndolo dibujar planos durante la noche, cocinando pollo asado los domingos, escuchando sus ideas sobre ovnis y visitas extraterrestres descritas por Erick Von Daniken.

Luego el gigante se fue haciendo pequeño. Se achicaba cuando le gritaba a mi madre; perdía fuerza las veces en que me tocaba ayudar a arrastrarlo a su cuarto cuando había tomado de más. Hasta que ya no fue mas un gigante, se convirtió en una sombra que leía y miraba televisión, una sombra que me había dado como madre a un monstruo mutable, y le odié por eso.

Y era mi madre lo único que existía entre nosotros. Las palabras pasaban a través de ella como una bisagra. Ella era nuestra mediadora y nuestro muro de contención.

Hasta que un día ella murió.

Y poco a poco, lo pude ver otra vez, sin la oscuridad de mis rencores, sin la rabia de la vida que no escogí, sin el sentimiento de traición de haber percibido que me había dado la tarea de cuidar a mi madre, como si yo fuera su pareja.

Ya no fue una sombra.

Y lo abracé.

Volvió a ser mi gigante y yo me convertí en el suyo.

Alberto Sánchez Argüello

Managua Noviembre 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

MI HERMANO


Hoy fue uno de esos días en los que me preguntan si soy hijo único y me toca morderme el labio, antes de mentir diciendo que si. Como siempre, me quedan viendo con una expresión lastimera y mencionan que eso de ser único es muy solitario, que los hijos únicos somos gente extraña, distinta.

Cuando me dicen esas cosas me recuerdo construyendo torres con los tacos de madera que mi papá traía de las obras que supervisaba; dibujando durante horas en la mesa del comedor; armando casas con los colchones de los sofás; montando camas con ramas cortadas de la acacias de la terraza, para acostarme y ver las nubes pasar en un cielo azulísimo.

A veces deseaba tener un hermano. Pensaba que mi vida sería distinta con un hermano mayor con quien poder conversar; que me acompañara cuando mis padres peleaban; que me defendiese en el colegio.  Envidiaba a mis compañeros que tenían esos dobles genéticos con quienes jugar y discutir.

Una noche, mientras intentaba alejarme de una tempestuosa salida familiar, me dijeron que tenía un hermano. Ahora no recuerdo quien me lo dijo, si fue mi madre o mi tía que vive en Venezuela que estaba de visita, el impacto debe haber sido demasiado fuerte, la memoria es algo frágil.

Durante los años siguientes fui rescatando, pieza por pieza, esa otra historia que no me habían contando: la de mi madre violada por un ex novio estando comprometida con mi padre; la de mi abuela paterna prohibiendo el matrimonio de mi padre si él aceptaba el embarazo que había resultado de la violación; la de mi madre regalando a su primer hijo a una pareja que luego se fue a México, para nunca mas saber de él.

Entendí entonces porque recordaba a mi madre con una enorme cicatriz en su vientre; entendí que era el resultado de dos cesáreas con apenas un año de distancia; entendí que mi hermano había ocupado el vientre de mi madre antes que yo; que ella había hecho creer a mi padre que estaba tomando píldoras anticonceptivas; entendí que ella había decidido tener otro hijo a lo inmediato, contraviniendo el mandato médico; y sobre todo entendí que yo había nacido para reponer a mi hermano.

Sin embargo entender nunca mitigó el dolor de ver a mi madre sufrir durante sus crisis por el destino incógnito de mi hermano, menos aún escucharla decir en alguna ocasión, que habría preferido quedarse con él en vez de conmigo.

Por eso miento cuando me preguntan si soy hijo único, es la respuesta más fácil, la más conveniente. Pero él existe, allá afuera, en el mundo real. Talvez tiene el mismo color café de mi pelo, la forma de mis ojos, la contextura delgada; talvez ya nos hemos cruzado; talvez ustedes lo han hecho; y talvez él todavía cree que es hijo único.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Octubre 2013 

Imagen: Internet


jueves, 24 de octubre de 2013

TALLARINES




Mi abuelo Benjamín Argüello siempre quiso tener un hijo varón. Para su desgracia, todos morían al poco tiempo de haber nacido, sólo las niñas sobrevivían. Por eso, cuando tuvo sus segundas nupcias con mi abuela y ella dio a luz a mi madre, él se fue, las dejó solas en el barrio Cristo del Rosario de aquella Managua, que mató el terremoto.

Mi madre me contó que mi abuela le dio de comer durante un año tallarines, era lo único que podía comprar, la bolsa no le daba para más. De niño yo escuchaba esta historia y me imaginaba a mi abuela cocinando en una enorme porra del tamaño de la cocina y a mi madre, una bebé blanca y regordeta, cubierta de fideos y salsa de tomate.

Después de ese año de spaghetti, mi abuelo volvió y decidió convertir a Lidia en su hijo varón. La llevaba a ver peleas de boxeo y al estadio a los partidos de baseball. Imagino que por eso mi madre jugaba conmigo –en mi adolescencia- a dar golpes con sus pesados puños; también gustaba de la música que ella llamaba de cantina y beber ron plata, así sin nada, el puro jaibol. Mi abuelo la crió ruda, sin caricias, más que aquellas que le daba cuando la sentaba en su regazo, para tocarla bajo su falda, lejos de la mirada de los demás; con la memoria herida de mi madre como único testigo.

Al tiempo fueron naciendo los tres hermanos que mi madre tendría que cuidar y mantener, en el momento en que mi abuela sufriera el derrame que la incapacitó y mi abuelo -incapaz de vivir sin aquella mujer fuerte y colérica- muriese de tristeza.

Uno de esos hermanos fue el primer hijo varón que mi abuelo finalmente pudo ver crecer. Su Benjamín, un niño de rizos dorados y sonrisa grande como el mundo; un niño que sería economista y sobreviviría los horrores de la guerra en las montañas del norte de Nicaragua, para morir –al decir de mi madre- a la edad de cristo, por una bala voluntariamente aceptada.

A veces pienso que la vida de mi madre habría sido otra si mi abuelo no hubiese regresado. Talvez su mente no habría empezado a resquebrajarse bajo las manos que se escondían dentro de su falda; podría haber vivido su juventud en vez de trabajar para que mis tíos se graduaran. Después de todo, comer tallarines no es tan malo.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Octubre 2013

jueves, 17 de octubre de 2013

EL MAR


René Quinton pensaba que la vida se originó en el mar, y que cada cuerpo humano es como un pequeño océano en el que flotan las células.  Yo no puedo confirmar su tesis, pero si reconozco que mi cuerpo siempre se ha sentido en casa cuando está en el mar.

Desde niño mis encuentros anuales en semana santa, durante los viajes familiares, eran la epitome del placer salino; me convertía en un encurtido que se conservaba bajo el vaivén de los tumbos y las olas, respirando la espuma blanca del pacífico.

Tenía para mí los distintos tipos de baño: el matutino con la marea baja y una gran playa seca, llena de caracolitos; el de media mañana con un sol creciente y olas que me empujaban hacia las dunas y el vespertino de marea alta, con un sabor a peligro y ganas de llegar más allá del horizonte azul.

El mar era también fuente de mis primeras envidias, cuando observaba las latas de comida, jugos y gaseosas que mis primos de la casa vecina llevaban, en contraste con las frutas y agua en botella que me pasaban mis padres. En mi mente de clase de media, ellos eran los ricos, porque su mamá –hija de hacendado- podía comprar en la “diplotienda” y llevaba cocina, refrigeradora y hasta televisor al mar; mientras que mis padres trabajaban para el Estado y no les daba más que para llevar comida del mercado y cocinar con carbón.

Yo no sabía ni entendía entonces, que yo era un rico a los ojos de los niños que trajinaban el tránsito, descalzos, vendiendo tortillas o dulces de coco. Mi comprensión de las cosas era muy limitada, sólo sabía que odiaba el colegio, que no me gustaba que mi madre a veces se encerraba en su cuarto, que no había nada mejor que ver los muñequitos por las tardes y que una de mis primas –de las que estaban en la casa del lado en el mar- me gustaba mucho.

Recuerdo que estaba intentando espiar a mi prima a través de los agujeros de una pared, cuando el hermano menor de mi mamá llegó al mar. De lejos vi a mi madre caer al suelo después de algo que él le dijo. Nadie me explicó nada, los adultos iban y venían asustados y yo me fui enterando con el tiempo, que mi tío Benjamín se había suicidado y que la mujer que regresó con nosotros a casa, no era mi mamá, sino un monstruo llamado bipolaridad, al que aprendí a temer y odiar desde aquella primera crisis de la que fui testigo los meses siguientes.

Aquel verano sentí que algo dentro de mí se cerró para siempre; quise quedarme flotando en el mar, como lo hacen las células en mi sangre.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Octubre 2013


Imagen: fuente internet


miércoles, 16 de octubre de 2013

LA MUERTE Y YO



La muerte y yo nunca hemos sido muy cercanos. Nos encontramos ocasionalmente en funerales que no me causaron mayor emoción; ella siempre ocupada con los cadáveres ataviados con sus mejores ropas, yo cumpliendo con alguna exigencia social heredada de mi familia. Se podría decir que nuestra relación ha sido de mero compromiso.

Ni siquiera la muerte de algún gato muy querido, a picotazos de un gallo, me pudo acercar a ella. Imagino que alguna responsabilidad tuvo mi madre en todo esto; no sólo porque la culpe de mis extravagancias emocionales, sino porque trató de mantenerme en una burbuja, o bien no hizo mayor cosa por romper la que yo cultivaba desde mis libros.

Por eso cuando entré al cuarto de mis padres, dónde ella estaba en coma, respirando como si una máquina vieja habitara sus pulmones, no tuve espacio para la sorpresa ni la pesadumbre. Me decía a mi mismo que esa muerte era anunciada, esperada incluso, no por mí claro, sino por el niño que fui que la mató en tantas ocasiones, que seguramente algún cementerio imaginario crece por ahí, en uno de los predios baldíos de Managua.

Mi madre estaba ahí, dándome la oportunidad de besar sus mejillas macilentas, o al menos sostener su mano mientras la sangre aún buscaba frenética hacer sus últimas giras desde el corazón hasta los pies, pasando por esa mente que consumía sueños y pesadillas como último adiós a la realidad.  No besé sus mejillas ni sostuve su mano, no acostumbro a despedirme de los muertos. Opté por la salida fácil: me oculté en el baño del cuarto.

A salvo en el cuartito de lavado que mi padre adornó con azulejos quebrados con aire a Gaudí, me miré en los múltiples espejos y un yo anciano me miró con tristeza. Él si sentía la muerte de mi madre, él si quería gritar y decir que la amaba y que la odiaba, pero yo no lo dejé hablar, no lo dejé gritar, sólo me quedé ahí en silencio, dejando que mi padre creyera que me estaba despidiendo a solas con mi madre, que estaba finalmente acercándome a la muerte.

Alberto Sánchez Argüello
Octubre 2013


Imagen. Laurie Lipton

lunes, 8 de julio de 2013

MI PSIQUIATRA

En esta vida post moderna el tiempo no nos da para muchas cosas, a uno le toca escoger. Se trata muchas veces de la competencia entre el trabajo, el hogar, la diversión y el auto cuidado. Si además uno es poco organizado aquello se vuelve una labor imposible. De mi parte vivo como el tipo del circo que se la pasa todo el rato estresando al público haciendo maromas con platos, dándole vuelta a uno cuando está a punto de caerse para tener que correr hacia el otro que ya perdió velocidad. Es cuestión pues de la inercia que imprimimos a las cosas y atención que toca repartir.

En mi caso siempre sale perdiendo la salud, tanto física como mental. Voy por la vida igual que un auto viejo al que nunca chequeo ni el agua ni los líquidos, y lo mismo pasa con mis miedos y neurosis. Pero como siempre resuelvo, aunque sea a punta de parches, encontré maneras de esquivar esto de la falta de tiempo. Para el cuerpo he acabado por hacer mal uso de la Internet buscando mis síntomas para aliviar las dudas y para la mente me había contratado un psiquiatra imaginario.

En algún punto de mi cerebro, entre el hemisferio izquierdo y derecho, le habilité una oficina y lo amueblé en el estilo clásico freudiano. Negociamos un contrato exclusivo sin tiempo definido y marcamos una hora imaginaria a la semana. Obviamente yo fallaba muchas veces, pero cuando acertaba a cumplir con la cita el psiquiatra hacía maravillas. Comenzamos con mis problemas de autoestima arrastrados de la secundaria, para pasar luego a temas más gruesos como mis preocupaciones por el calentamiento global, el deshielo de los polos, los terremotos, las maras centroamericanas y mi mala administración del dinero.

Luego empecé a compartir mis temores más cotidianos. Le pregunté si creía que la policía estaba implicada en la golpiza brutal a los chavalos y chavalas de OcupaINSS, que si sería cierto que la deportación del compañero de vida de Zoilamérica Narváez era una venganza de la primera dama, que si el proyecto del canal con una empresa China era una estafa, o que si existen intereses del partido de gobierno en la tala de Bosawás…

El psiquiatra siempre me calmaba, apelaba a mis tendencias conspiranoicas, me recomendaba tomar en cuenta otras fuentes (como los medios de comunicación afines al gobierno) y me daba un chocolate imaginario.

Hace un par de semanas llegué puntual a la cita y me encontré un rótulo en la puerta del consultorio que ponía “Cerrado por exceso de realidad”   Yo me aterré, porque recién empezaba a juntar todas las preguntas que había estado formulando y se me había dibujado un cuadro de mi país que me ponía la piel de gallina; así que me tocó tomar una bolsa de papel y pasar algunos días respirando dentro de ella mientras contaba hasta diez.


Ahora me toca enfrentar solo los miedos que me produce mi país. Por las calles veo a las demás personas tan tranquilas, quisiera saber si se hacen preguntas, si tienen miedo, quisiera saber si tienen un psiquiatra imaginario que les ayuda a calmarse con chocolates… 

Alberto Sánchez Argüello
8 Julio 2013

Imagen: internet

domingo, 30 de junio de 2013

CORTANDO CON LA NAVAJA DE OCKHAM



A mí siempre me ha dado por la fantasía. De veras quisiera que al salir a la calle todas las esquinas estuviesen pobladas por duendes y hadas, ocultos tras los tarros de basura, o por lo menos algún gnomo estuviese taxiando entre tanto desempleado. Pero la realidad es un poco más insípida y nunca he logrado ver un OVNI por más que tuerzo el cuello mirando hacia el cielo y nunca llegó la esperada evidencia del plesiosaurio que se esconde en el lago Ness.

La verdad es que le debo mucho a mis amigos racionalistas que han tratado de inculcar en mi un poco de sentido de común, o al menos el uso cotidiano de la navaja de Ockham, aquella que la buena wikipedia define como “principio metodológico y filosófico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual, «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta». Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja”

Por eso empecé a aceptar que los sonidos escabrosos de la noche sólo son ratones buscando las migajas que dejé en la cocina, que  si me ha ido bien en la vida no se debe a entidades divinas que vigilan mi camino sino a decisiones acertadas, entre otras cosas.

Luego se vuelve un vicio la bendita navaja. Tan así que al leer el comunicado oficial de la policía nacional en el que hacen referencia tácita al ataque sufrido por los y las jóvenes de #OcupaINSS en el plantón de apoyo a la Unidad Nacional del Adulto Mayor, al decir “Esta posición obedece a intereses oscuros y malintencionados que de forma perversa pretende desacreditar y deslegitimar la labor de la Policía Nacional de Nicaragua, presentando y manipulando a través de las redes sociales y algunos medios de comunicación, imágenes y videos de hechos que no ocurrieron en nuestro país y que tampoco fue realizado por nuestros agentes, lo que denunciamos y condenamos públicamente” no me quedó más que preguntarme: ¿aplicaron ellos la navaja de Ockham?

De un lado tenemos la denuncia de 14 jóvenes que nos hablan sobre detenciones ilegales, tortura policial, ataque de doscientos individuos enmascarados bajo complicidad de la policía, así como robo de carteras, celulares, aparatos electrónicos y vehículos, apoyado por fotos, videos y señales de moretones y quemaduras de ácido. Además de testigos.

Del otro lado tenemos a la institución policial que llama a todo esto “intereses oscuros y malintencionados” En otras palabras una trama, una conspiración, una mentira elaborada acompañada por testimonios falsos, fotos falsas, videos falsos y testigos falsos

De ser falsas las catorce denuncias interpuestas ante la fiscalía por los jóvenes, hombres y mujeres, significa que se tuvo que hacer un guión muy bien elaborado de los eventos de la madrugada del sábado 22 de Junio, de tal forma que todos los testimonios concordasen en tiempos y eventos (que de hecho lo hacen) contar con pruebas técnicas de la falsedad de fotos y videos, invalidar las palabras de los testigos, presentar la versión de los policías presentes aquella madrugada. Y ya que estamos en ello, adelantarse a hacer una investigación exhaustiva de los eventos denunciados para terminar de una vez por todas con la campaña sucia de la que dicen ser objeto.

Yo aún tiendo a querer que en este mundo exista lo sobrenatural y lo mágico, por eso me gustan las teorías conspiranoicas en las que una sociedad secreta o grupos poderosos manipulan la realidad a su antojo. Pero luego me detengo y veo casos como el de #OcupaINSS y la Policía Nacional y empiezo a cortar con la navaja, ¿y saben que encuentro? que la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Nicaragua
30 Junio 2013



Imagen: foto Diana Ulloa/Confidencial 

lunes, 29 de abril de 2013

MI CUERPO




Por un buen tiempo viví contando mi edad en 18 años, no estoy tan seguro porqué, pero mi mente se resistía a entrar a los veintes. Y bueno, cuando se acercaban los 30 años me aterré, sentía como si una barrera del tiempo me acechara; una frontera que al franquearla me llevaría hacia lo desconocido: el lento, pero seguro proceso de ir envejeciendo.

Al final todo se reducía al temor más básico a la propia mortalidad. Me horrorizaba la idea de perder capacidades, sobre todo las mentales. Recuerdo alguna vez haber hablado con Manuel sobre un pacto suicida que evitara que llegáramos a la edad del Alzheimer.

Ya pasados los treintas mi edad se volvió difusa, pensar que tenía 18 era insostenible y empecé a alimentarme de los comentarios de la gente: usted no parece de 30, joven disculpe, ¿que va a querer muchacho?... Vivía mis miedos y vanidades desde mi interior, apreciando el cuerpo largo y delgado que los genes arguellos me trajeron desde la ciudad de León, seguro de que ninguna comida o falta de ejercicio eran capaces de hacer mella en mi figura.

Pero horror, pasando los 35 se empiezan a asomar zonas neumáticas, contenedoras de grasas que se asientan sin invitación ni previo aviso. ¿Qué le pasó a mi metabolismo acelerado? ¿Dónde quedó la supuesta hipoglicemia que mantenía todo en orden?

Mi cuerpo y yo nunca fuimos demasiado amigos, en principio le aborrecí durante décadas. El proceso de aceptación fue lento y accidentado y cuando finalmente alcancé el equilibrio le empecé a tratar, o mejor dicho, le seguí tratando a como trato al Land Rover año 1962 herencia de mi abuelo: sin agua y sin cuidado.

En ese sentido he sido fiel al arquetipo de la masculinidad latinoamericana, tratando mi cuerpo como una máquina que nunca se va a descomponer, haciendo caso omiso a dolores y síntomas de cansancio. Arquetipo que por demás está decir que es una soberana idiotez que sólo sirve para reducir la calidad de vida y enriquecer a las funerarias.

Hace unos meses atrás cayó en mis manos el “Diario de un cuerpo” de Daniel Pennac. Comencé despacio la lectura, por estar algo oxidado en el hábito de leer, confiado de acelerar más adelante; pero luego –a pesar de encontrar fascinante la lectura del registro de la vivencia corporal de una persona desde los 12 años hasta su último año de vida- seguí avanzando con la misma lentitud. Fue hasta llegar a los 50 años del personaje que entendí el motivo: no quería saber como era envejecer. Sin embargo me armé de valor y acompañé a aquel hombre textual hasta su muerte.

Reí con el libro recordando mi propia adolescencia y juventud y lloré con la muerte de sus seres queridos… le acompañé paso a paso en sus minúsculas intimidades como si se tratase del mejor amigo de mi vida. Nunca ningún libro me había acercado tanto a un personaje a la carne y hueso de la vida cotidiana. Y sin notarlo demasiado, sin tener tanta conciencia, algo cambió en mí. Me percaté de mis manos, de mi piel, de la piel de mis seres queridos, de sus brazos y piernas, de sus cuerpos y el mío. Mucha mente, muchas emociones, pero al final del día también somos esto: cuerpos que sienten, que dan, que reciben. Ahora sé y asumo que mi cuerpo tiene término, pero que el tiempo que tenga es para tocar y ser tocado, para sentir y hacer sentir… el cuerpo es para amar.


Alberto Sánchez Argüello
Managua 29 Abril 2013

lunes, 8 de abril de 2013

LEY 779

En el año 2012 La Asamblea Nacional aprobó la Ley 779, Ley integral contra la violencia hacia las mujeres, un proyecto impulsado por el movimiento de mujeres de Nicaragua. “La ley tipifica los delitos que en lo público y lo privado se comenten ejerciendo violencia contra las mujeres, en cualquier ámbito de la vida social o familiar. Se introduce el delito de feminicidio a la legislación penal nicaragüense y se penaliza ampliamente el ejercicio de la violencia física, psicológica, patrimonial, económica, laboral, el delito de sustracción de hijos e hijas y la violencia en el ejercicio de la función pública contra las mujeres. La ley establece las penas a los delitos nuevos introducidos y elevó las penas a los que estaban establecidos de previo”(www.enlaceacademico.org) En el 2013, un grupo de abogados interpuso recursos de inconstitucionalidad contra dicha ley. Entre los argumentos que contienen los recursos interpuestos están: Favorece arbitrariamente a un solo sector de la sociedad en detrimento del derecho de los hombres. Establece categorías muy amplias del sujeto a castigar (sujeto punible). No existe proporcionalidad en la pena con que castiga los delitos. Excluye la mediación, que es un principio de oportunidad. Viola el principio de igualdad porque a la mujer que comete los mismos delitos que el hombre se le aplica ley común y a los hombres ley especial. Viola el debido proceso porque autoriza notificar al hombre. Esto ha generado discusiones y artículos de opinión como el escrito por el abogado y notario, señor Valentín Barahona Mejía en el END el 27/3/2013, intitulado“Recursos por inconstitucionalidad contra Ley 779” El texto en cuestión apoya al grupo de abogados y pone en duda la validez de la ley, pero siguiendo la forma ilícita que plantea la dialéctica erística del arte de la controversia de Arthur Shopenhauer. En concreto se pueden ejemplificar dos estrategias utilizadas en el artículo de opinión para descalificar la ley y a las organizaciones de mujeres que la defienden. Cita del artículo “El panal ha sido alborotado; grupos radicales y extremistas llaman a plantarse ante la CSJ para coaccionar, intimidar y amenazar a magistrados; sin ética se insta recusar a la Sala Constitucional; embriagadas por el fanatismo acusan de agresores a ciudadanos que se oponen a la ley” Acá en vez de influir en el intelecto del lector(a) con razones, se influye en la voluntad por medio de motivos. Si a esto le sumamos las emociones (rabia, tristeza, etc.) tenemos un efecto mayor. ¿Y cuáles son los motivos que atribuye el señor Barahona a los(as) que promueven la ley? Cita textual: “El grupito anti-hombre está consciente que la Ley 779 tiene graves roces con la Constitución, pues contradice el principio de igualdad ante ley” Pues ni más menos que alguna especie de antagonismo totalizante hacia la masculinidad. Fijado el motivo (por el autor del texto) se puede descalificar cualquier argumento de este grupo, incluida por supuesto la ley 779. Esta estrategia se complementa al convertir al grupo de abogados en representantes de una cruzada, polarizando la discusión usando tintes éticos y emotivos: “Una vez en vigencia la ley, ciudadanos valientes y decididos, nadando contra la burda manipulación de grupúsculos minoritarios disfrazados de defensores de las mujeres, interponen recursos por inconstitucionalidad” Finalmente el texto procede de manera ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión a la persona del adversario(a), a la que se ataca de cualquier manera. El artículo llama a los grupos que apoyan la ley“grupos radicales y extremistas, sectores oportunistas, grupúsculos minoritarios disfrazados de defensores de las mujeres, grupito anti-hombre y movimiento fanatizado” Cien días desde que la ley entró en vigor disminuyó el número de mujeres que murieron a manos de sus parejas o exparejas, pasó de 64 en el 2011 a 55 en el 2012. Se registraron 115 mil denuncias interpuestas por las afectadas, mientras en todo el 2011 fueron 83 mil. Además, se registraron 1, 783 violaciones contra mujeres y niñas y en el 2011 la cifra total fue de 1,553 (LP 2012) Tomando en cuenta estas cifras me parece necesario que cualquier debate sobre esta ley sea de altura, respetuoso y sobre todo coherente con un principio fundamental: que no haya ni una mujer o niña, asesinada, violentada o violada, ni una más.