viernes, 13 de diciembre de 2013

LO QUE NOS DEJA LA DEBACLE


Mi gran incógnita es: Si el acoso sexual es tan generalizado en todas las universidades del país ¿por qué nunca ha habido denuncias? Si son hombres y mujeres universitarias ¿qué les cuesta ir a la comisaría, al CENIDH dónde sea? Digo, si sos una persona sin educación, sin conocimiento de tus derechos, es lógico que pasés años sufriendo acoso o violencia. ¿Pero universitarios? ¿Estudiantes de comunicación? Si yo fuera acosado por alguien al día siguiente me armaría de grabadoras, o cámaras o algo así o armaría escándalo inmediatamente. O como dicen por ahí que la mayor parte de los casos es compra-venta de calificaciones-favores sexuales. Es un tema súper serio. Y preocupante.

Tomado del muro de Facebook de JM


El 10 de diciembre Angélica Fajardo Díaz, estudiante egresada de Comunicación social de la Universidad Centroamericana publicó “Debacle de comunicación social” en la sección Reporte ciudadano del Confidencial.

El texto en cuestión, que hace denuncias graves sobre acoso sexual y restricción a la libertad de expresión entre otros, ha generado debates en las redes sociales.  De entre ellos, el que generó un comentario de JM –citado más arriba- me parece hasta el momento el más interesante.

El debate del muro de facebook de JM, es un hilo de conversación que habla de lo difícil que es hacer una denuncia sobre acoso en “un país machista, y donde las leyes están en pañales” y de que “en la sociedad nica todos quieren los derechos pero nadie está dispuesto a fajarse por ellos”

Una frase popular dice que las opiniones son como los culos: todos tenemos uno. Sin embargo, como bien señala JM, este tema es súper serio y preocupante y es necesario al menos sacarlo a la luz, hablar de ello, y esto pasa por reconocer que es un tema tabú, lleno de mitos.

Toda sociedad está llena de mitos, que son al final supuestos y creencias que hemos construido sobre la realidad y el comportamiento de los y las demás. Los mitos a su vez se ven reforzados por nuestra tendencia a simplificar las cosas, utilizando la selección perceptiva, es decir, que escogemos aquellos datos de la realidad que confirman nuestras creencias previas. Luego se nos dificulta asumir otras perspectivas que no sean las nuestras y menos aún percatarnos de que una buena parte de las cosas que “sabemos” y pensamos provienen de nuestra crianza, marcos educativos y la cultura de la que somos parte.

El acoso, el abuso y la violación, son parte de las conductas violentas que habitan la epidermis de nuestra sociedad; acompañadas del silencio, la obediencia y la represión han convivido con nosotros y nosotras desde que Nicaragua fue fundada en las espaldas de sus habitantes originales.

Desde los cacicazgos, pasando por la encomienda, la finca y el llamado Estado nación, hemos construido una cultura patriarcal que usa y abusa del poder, replicando su modelo en la esfera pública y en la privada, en la casa y en el trabajo, en los centros educativos y en las instituciones públicas.

El silencio, la obediencia, el respeto, la vergüenza y el miedo son transmitidos como una enfermedad de generación en generación, con algunas nobles excepciones. Y como bien señalaba el hilo del debate de facebook: “(…) no es una cuestión de educación. Es cuestión de miedo y de muchas cosas más”

Tanto en el campo como en la ciudad; en el atlántico como en el pacífico; en familias que viven a la orilla del lago en casas de plástico negro y cartón como en familias que viven en residenciales con aire acondicionado y guardas de seguridad, prima la cultura de callar el acoso, de callar el abuso, de callar las violaciones.

Y esto lamentablemente, con la complicidad de policías, magistrados, magistradas, diputados, diputadas, políticos, presidentes, expresidentes, ministros, ministras, sacerdotes, monjas, maestros, maestras, catedráticos, catedráticas, empresarios, empresarias, obreros, obreras, padres, madres, hermanos, hermanas… porque al final todos y todas somos hijos e hijas de esta cultura.

Angélica Fajardo Díaz ha hecho su denuncia, la Universidad Centroamericana respondió públicamente que habían recibido la misma (antes de la publicación del texto) y que están actualmente investigando el caso.

El debate en las redes sociales empieza a diluirse, como siempre ocurre. Pronto un nuevo tema se hará viral y olvidaremos el tema, alguno o alguna dará seguimiento, talvez. Pero eso no hace menos real la violencia cotidiana que habita tras las puertas y paredes de este país. Así que al menos hagamos un esfuerzo por cuestionar nuestras perspectivas, por no simplificar la realidad… y sobre todo, sintámonos incómodos y hagamos a otros y otras sentirse incómodos, que callar y olvidar deje de ser un rasgo que heredemos a nuestros descendientes.

Heredemos la fuerza de la palabra, heredemos el fin del silencio.

Alberto Sánchez Argüello
Managua 13 Diciembre 2013

Imagen: El grito de Munch (detalle)

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