Te juro que miré pasar un dinosaurio por la
manguera de la bomba de combustible. No fue algo raro ni sobrenatural,
simplemente pasó, sin saludar, directo al agujero de aluminio que
alimenta ese estómago insaciable del Land Rover que compró mi abuelo en los
años sesenta.
Al verlo pensé que nos hemos acostumbrado a verlos
como diesel o gasolina, y me parece excelente que se muestren de vez en cuando
tal cual eran, que nos recuerden que siguen caminando por la tierra enfundados
en nuestros automóviles.
-Bueno, es cierto que la mayor parte del sacrificio
lo hicieron plancton y otros microorganismos, pero es poco romántico imaginar
el espíritu de seres microscópicos moviendo las ruedas del Jeep-
Ahora pienso que está muy bien que tengamos el
combustible más caro de Centroamérica, es el mínimo de respeto que le debemos a
esos gigantescos reptiles que nos precedieron, más aún después de viajar dos
mil ciento veinte kilómetros desde Venezuela.
Me toca desembolsar cada vez más para que mi
armatoste de aluminio siga caminando, y claro que suben los precios de la
comida y todo aquello que tenga que desplazarse por asfalto y tierra para
llegar hasta nuestra casas, pero ningún gasto se equipara al sacrificio de esta
fauna prehistórica que llevamos décadas quemando para iluminar y movilizar
nuestra civilización post industrial.
Visto así, es lógico que MPeso brinde el peor de
los servicios con el respaldo del gobierno, al final es la forma de ayudar a la
población a ofrecer su paciencia como sacrificio en honor a los dinosaurios.
También se me ocurre que Petronic ha hecho bien en
nunca regular –realmente- los precios que pone la refinería y las proveedoras
de hidrocarburos. Seguramente que las ganancias desorbitantes que generan estas
operaciones se usarán algún día para construirles un monumento a los reptiles
gigantes.
Para mí todo cambió después de ver ese dinosaurio
pasar por la manguera de combustible. Ahora sé que ningún precio será capaz de
reflejar el valor real de los combustibles y la electricidad, que debo dejar de
pensar que existe tal cosa como una mafia empresa privada-gobierno. Ahora sé
que toda la cadena de producción y distribución de hidrocarburos es como una
gran Iglesia que nos trae ese invaluable maná del pasado, de manera
desinteresada.
Tan sólo me queda esperar que algún día, mi cuerpo
sea igual de útil para las necesidades energéticas de una civilización post
humana.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Diciembre 2013
Imagen: internet
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