miércoles, 4 de diciembre de 2013

DINOSAURIOS


Te juro que miré pasar un dinosaurio por la manguera de la bomba de combustible. No fue algo raro ni sobrenatural, simplemente pasó,  sin saludar, directo al agujero de aluminio que alimenta ese estómago insaciable del Land Rover que compró mi abuelo en los años sesenta.

Al verlo pensé que nos hemos acostumbrado a verlos como diesel o gasolina, y me parece excelente que se muestren de vez en cuando tal cual eran, que nos recuerden que siguen caminando por la tierra enfundados en nuestros automóviles.  

-Bueno, es cierto que la mayor parte del sacrificio lo hicieron plancton y otros microorganismos, pero es poco romántico imaginar el espíritu de seres microscópicos moviendo las ruedas del Jeep-

Ahora pienso que está muy bien que tengamos el combustible más caro de Centroamérica, es el mínimo de respeto que le debemos a esos gigantescos reptiles que nos precedieron, más aún después de viajar dos mil ciento veinte kilómetros desde Venezuela. 

Me toca desembolsar cada vez más para que mi armatoste de aluminio siga caminando, y claro que suben los precios de la comida y todo aquello que tenga que desplazarse por asfalto y tierra para llegar hasta nuestra casas, pero ningún gasto se equipara al sacrificio de esta fauna prehistórica que llevamos décadas quemando para iluminar y movilizar nuestra civilización post industrial.

Visto así, es lógico que MPeso brinde el peor de los servicios con el respaldo del gobierno, al final es la forma de ayudar a la población a ofrecer su paciencia como sacrificio en honor a los dinosaurios.

También se me ocurre que Petronic ha hecho bien en nunca regular –realmente- los precios que pone la refinería y las proveedoras de hidrocarburos. Seguramente que las ganancias desorbitantes que generan estas operaciones se usarán algún día para construirles un monumento a los reptiles gigantes.

Para mí todo cambió después de ver ese dinosaurio pasar por la manguera de combustible. Ahora sé que ningún precio será capaz de reflejar el valor real de los combustibles y la electricidad, que debo dejar de pensar que existe tal cosa como una mafia empresa privada-gobierno. Ahora sé que toda la cadena de producción y distribución de hidrocarburos es como una gran Iglesia que nos trae ese invaluable maná del pasado, de manera desinteresada.


Tan sólo me queda esperar que algún día, mi cuerpo sea igual de útil para las necesidades energéticas de una civilización post humana.

Alberto Sánchez Argüello
Managua Diciembre 2013

Imagen: internet

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