Trailer de la película Noviembre: Noviembre, Trailer. November, Trailer
viernes, 27 de diciembre de 2013
viernes, 13 de diciembre de 2013
LO QUE NOS DEJA LA DEBACLE
Mi gran incógnita es: Si el acoso sexual
es tan generalizado en todas las universidades del país ¿por qué nunca ha
habido denuncias? Si son hombres y mujeres universitarias ¿qué les cuesta ir a
la comisaría, al CENIDH dónde sea? Digo, si sos una persona sin educación, sin
conocimiento de tus derechos, es lógico que pasés años sufriendo acoso o
violencia. ¿Pero universitarios? ¿Estudiantes de comunicación? Si yo fuera
acosado por alguien al día siguiente me armaría de grabadoras, o cámaras o algo
así o armaría escándalo inmediatamente. O como dicen por ahí que la mayor parte
de los casos es compra-venta de calificaciones-favores sexuales. Es un tema
súper serio. Y preocupante.
Tomado del muro de Facebook de JM
El 10 de diciembre Angélica Fajardo Díaz,
estudiante egresada de Comunicación social de la Universidad Centroamericana
publicó “Debacle de comunicación social” en la sección Reporte ciudadano del
Confidencial.
El texto en cuestión, que hace denuncias graves sobre acoso sexual
y restricción a la libertad de expresión entre otros, ha generado debates en
las redes sociales. De entre ellos, el
que generó un comentario de JM –citado más arriba- me parece hasta el momento
el más interesante.
El debate del muro de facebook de JM, es un hilo de conversación
que habla de lo difícil que es hacer una denuncia sobre acoso en “un país
machista, y donde las leyes están en pañales” y de que “en la sociedad nica
todos quieren los derechos pero nadie está dispuesto a fajarse por ellos”
Una frase popular dice que las opiniones son como los culos: todos
tenemos uno. Sin embargo, como bien señala JM, este tema es súper serio y
preocupante y es necesario al menos sacarlo a la luz, hablar de ello, y esto
pasa por reconocer que es un tema tabú, lleno de mitos.
Toda sociedad está llena de mitos, que son al final supuestos y
creencias que hemos construido sobre la realidad y el comportamiento de los y
las demás. Los mitos a su vez se ven reforzados por nuestra tendencia a
simplificar las cosas, utilizando la selección perceptiva, es decir, que
escogemos aquellos datos de la realidad que confirman nuestras creencias
previas. Luego se nos dificulta asumir otras perspectivas que no sean las
nuestras y menos aún percatarnos de que una buena parte de las cosas que
“sabemos” y pensamos provienen de nuestra crianza, marcos educativos y la
cultura de la que somos parte.
El acoso, el abuso y la violación, son parte de las conductas
violentas que habitan la epidermis de nuestra sociedad; acompañadas del silencio,
la obediencia y la represión han convivido con nosotros y nosotras desde que
Nicaragua fue fundada en las espaldas de sus habitantes originales.
Desde los cacicazgos, pasando por la encomienda, la finca y el llamado
Estado nación, hemos construido una cultura patriarcal que usa y abusa del
poder, replicando su modelo en la esfera pública y en la privada, en la casa y
en el trabajo, en los centros educativos y en las instituciones públicas.
El silencio, la obediencia, el respeto, la vergüenza y el miedo
son transmitidos como una enfermedad de generación en generación, con algunas
nobles excepciones. Y como bien señalaba el hilo del debate de facebook: “(…) no
es una cuestión de educación. Es cuestión de miedo y de muchas cosas más”
Tanto en el campo como en la ciudad; en el atlántico como en el
pacífico; en familias que viven a la orilla del lago en casas de plástico negro
y cartón como en familias que viven en residenciales con aire acondicionado y
guardas de seguridad, prima la cultura de callar el acoso, de callar el abuso,
de callar las violaciones.
Y esto lamentablemente, con la complicidad de policías,
magistrados, magistradas, diputados, diputadas, políticos, presidentes,
expresidentes, ministros, ministras, sacerdotes, monjas, maestros, maestras,
catedráticos, catedráticas, empresarios, empresarias, obreros, obreras, padres,
madres, hermanos, hermanas… porque al final todos y todas somos hijos e hijas
de esta cultura.
Angélica Fajardo Díaz ha hecho su denuncia, la Universidad
Centroamericana respondió públicamente que habían recibido la misma (antes de
la publicación del texto) y que están actualmente investigando el caso.
El debate en las redes sociales empieza a diluirse, como siempre
ocurre. Pronto un nuevo tema se hará viral y olvidaremos el tema, alguno o
alguna dará seguimiento, talvez. Pero eso no hace menos real la violencia
cotidiana que habita tras las puertas y paredes de este país. Así que al menos
hagamos un esfuerzo por cuestionar nuestras perspectivas, por no simplificar la
realidad… y sobre todo, sintámonos incómodos y hagamos a otros y otras sentirse
incómodos, que callar y olvidar deje de ser un rasgo que heredemos a nuestros
descendientes.
Heredemos la fuerza de la palabra, heredemos el fin del silencio.
Alberto Sánchez Argüello
Managua 13 Diciembre 2013Imagen: El grito de Munch (detalle)
martes, 10 de diciembre de 2013
¿DÓNDE ESTÁ MI CONSTITUCIÓN?
Normalmente
nuestras vidas discurren por las mismas rutinas intrascendentes; ciclos
continuos de respiración, alimentación –con su respectiva descarga- algún
trabajo y mucha proscrastinación, al menos en mi caso. De vez en cuando cosas
como el cambio climático, los genocidios extranjeros o locales y alguna que
otra gran crisis financiera nos logran sacar de nuestra indiferencia
profesional, pero todo es tan pasajero como un sitcom de warner.
Sin
embargo, esto no es excusa para dejar de atender la coyuntura de las reformas
constitucionales. A pesar de la efectiva tarea de los medios por
desinformarnos, algo nos dice que cambios importantes están operando en nuestro
entorno inmediato y debemos prepararnos.
Lo
primero que debemos saber es que el artículo 147 de la Constitución que prohibía
postularse a la Presidencia a quien ejerce el cargo antes de los comicios, pasa
a la historia. Esto significa reelección continua e indefinida. Esto no debería
de preocuparnos demasiado sabiendo que el gobierno actual y sus representantes
apuestan por la juventud y el relevo generacional. Sin embargo, siempre nos
queda proponer una cláusula de demencia senil, no vaya a ser y acabemos
convertidos en otro Vaticano.
Ahora
para ser reelecto basta con mayoría simple, en vez de obtener un porcentaje de
35 por ciento en las elecciones. Esto parece que viene ayudar al Consejo
Supremo Electoral a contar más rápido los votos y talvez lograr publicar los
resultados finales en algún momento del quinquenio, sean datos reales o no.
Se
mantendrá a los funcionarios en sus cargos vencidos. Bueno, al menos esto es
buenas noticias para los fan de “The walking dead”, ¿porque suena un poco a un
funcionariado zombi no? Nada mal si al menos estuviese permitido limpiarlos de
los ministerios e instituciones, cuando ya sus cuerpos se estén cayendo a
pedazos.
También
se dictarán decretos de carácter administrativo con fuerza de ley. Esto me
parece que puede gustar a algunas de estas buenas familias que viven del
figureo y que bien quisieran ser parte de una monarquía o principado, así al
estilo Mónaco o Luxemburgo. También da mas caché decir que queremos derrocar a
un Rey que botar a un presidente.
Por
otro lado se crearán mecanismos de control ciudadano a través de las denominadas
“asambleas territoriales”. Esto debería
alegrarnos porque ¿se refiere a nosotrxs no? Todxs nosotrxs somos ciudadanxs
del país y podremos controlar al Estado ¿verdad? A menos claro que algunxs sean
más ciudadanxs que otrxs ante los ojos del Partido-Estado…
También
se establece que las diputaciones pertenezcan a los partidos, separar las
elecciones presidenciales de las municipales y se establece que los militares
activos ocupen cargos en el poder ejecutivo. Esto me último me intriga, es
decir, cuanto estemos ante estos funcionarios-militares como nos vamos a
referir a ellos? ¿Señor ministro-militar? ¿Señor militar-ministro? Sin
mencionar el miedo que me dan a mí las armas y los uniformes. No sé como haría
para reclamarle algo a un tipo que sé que tiene derecho a descargarme encima un
AK y luego argumentar razones de seguridad nacional, se complica bastante el
asunto.
Bueno,
pasado este momento podemos volver a nuestros muros de facebook, a nuestros
time lines de tuiter, prepararnos para la semana laboral, seguir comiendo y
disfrutando de la rutina, tranquilos porque sabemos que estos cambios no
afectan nuestra vida cotidiana, siempre y cuando no hagamos nada por evitar los
peligros de la reelección continua, sostener funcionarios zombies y permitir un
gobierno por decretos con militares en cargos públicos.
Si
nada de esto nos molesta podemos ir por otro café y esperar la próxima
reelección.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Nicaragua 10 Noviembre 2013
Día
del funeral de Nelson Mandela, día internacional por los DDHH y día en que las
reformas a la constitución de la república de Nicaragua enviadas por el poder
ejecutivo fueron aprobadas por la Asamblea Nacional, en tiempo record.
Imagen: Parte de los miembros de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional/ ALFONSO MALESPÍN / END
miércoles, 4 de diciembre de 2013
DINOSAURIOS
Te juro que miré pasar un dinosaurio por la
manguera de la bomba de combustible. No fue algo raro ni sobrenatural,
simplemente pasó, sin saludar, directo al agujero de aluminio que
alimenta ese estómago insaciable del Land Rover que compró mi abuelo en los
años sesenta.
Al verlo pensé que nos hemos acostumbrado a verlos
como diesel o gasolina, y me parece excelente que se muestren de vez en cuando
tal cual eran, que nos recuerden que siguen caminando por la tierra enfundados
en nuestros automóviles.
-Bueno, es cierto que la mayor parte del sacrificio
lo hicieron plancton y otros microorganismos, pero es poco romántico imaginar
el espíritu de seres microscópicos moviendo las ruedas del Jeep-
Ahora pienso que está muy bien que tengamos el
combustible más caro de Centroamérica, es el mínimo de respeto que le debemos a
esos gigantescos reptiles que nos precedieron, más aún después de viajar dos
mil ciento veinte kilómetros desde Venezuela.
Me toca desembolsar cada vez más para que mi
armatoste de aluminio siga caminando, y claro que suben los precios de la
comida y todo aquello que tenga que desplazarse por asfalto y tierra para
llegar hasta nuestra casas, pero ningún gasto se equipara al sacrificio de esta
fauna prehistórica que llevamos décadas quemando para iluminar y movilizar
nuestra civilización post industrial.
Visto así, es lógico que MPeso brinde el peor de
los servicios con el respaldo del gobierno, al final es la forma de ayudar a la
población a ofrecer su paciencia como sacrificio en honor a los dinosaurios.
También se me ocurre que Petronic ha hecho bien en
nunca regular –realmente- los precios que pone la refinería y las proveedoras
de hidrocarburos. Seguramente que las ganancias desorbitantes que generan estas
operaciones se usarán algún día para construirles un monumento a los reptiles
gigantes.
Para mí todo cambió después de ver ese dinosaurio
pasar por la manguera de combustible. Ahora sé que ningún precio será capaz de
reflejar el valor real de los combustibles y la electricidad, que debo dejar de
pensar que existe tal cosa como una mafia empresa privada-gobierno. Ahora sé
que toda la cadena de producción y distribución de hidrocarburos es como una
gran Iglesia que nos trae ese invaluable maná del pasado, de manera
desinteresada.
Tan sólo me queda esperar que algún día, mi cuerpo
sea igual de útil para las necesidades energéticas de una civilización post
humana.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Diciembre 2013
Imagen: internet
martes, 26 de noviembre de 2013
OLVIDAR
Yo
vivo para adelante, es decir que camino sin mirar para atrás. Por eso cuando se
dan reencuentros con ex compañeros de trabajo o gente con la que estudié, se me
hace algo difícil voltear la cabeza para situar a esa persona. Normalmente lo
que veo es una neblina densa con algunos retazos de recuerdos y a veces
simplemente no hay nada ahí.
Después
de algunos años he descubierto que es más que un mal hábito, ahora sé que he
vivido por períodos, algo así como reinvenciones de mí mismo que han intentado
borrar las anteriores.
Luego
resulta que mucha gente me conoce y recuerda de una forma que ya no existe. Lo
bueno es que las personas encuadran sus miradas detrás de sus preconceptos y raramente
se dan cuenta de los cambios que se han operado en los demás, bueno, más allá
de los cortes de pelo y de vestuario.
Olvidar
tiene sus bemoles, además de no recordar a mucha gente que me saluda y la
sensación incomoda de compartir espacios con personas que te muestran afecto
sin que yo sienta lo mismo; también se olvidan lecturas, técnicas y
herramientas que uno había logrado dominar; a veces me encuentro como novato en
cosas que se supone ya superé. Aunque me queda el consuelo de estar en un
constante aprendizaje.
Andrés
Perez Baltodano menciona mucho eso de que en Nicaragua se olvida, que nuestra
historia está llena de momentos en que se prefirió pasar la página y avanzar
colectivamente hacia un futuro, amnésicos y sin culpas.
El
problema es que el olvido va de la mano del silencio y el silencio va de la
mano de la impunidad.
También
sucede que al olvidar como país se pueden repetir las mismas dictaduras y pasar
por las mismas guerras como si fuera la primera vez.
Como
sociedad me doy cuenta que también olvidamos los abusos sexuales, las
violaciones, las agresiones políticas, los robos, los fraudes…
¿Será
que lo mío es un mal social?
No sé cómo dejar de olvidar.
No sé cómo dejar de olvidar.
Tengo
miedo de que Nicaragua siga olvidando y repita los horrores de su historia. Tengo
miedo de olvidarme de mí mismo.
Alberto Sánchez Argüello
Managua 26 Noviembre 2013
(días antes de que la constitución de la república sea reformada)
miércoles, 20 de noviembre de 2013
MI IDENTIDAD
La tercera edición del festival de Blogs de
Nicaragua trajo el tema de la identidad al mundo virtual. A mí no me apasionaba
para nada el tema, me sonaba ajeno, demasiado abstracto, como aquel juego de
docentes de psicología que te preguntan quién sos y uno va respondiendo
nombres, oficios, atributos y ellos te van desmontando el discurso hasta quedar
en nada.
Y entonces pasó que
mi organización sufrió una severa reestructuración presupuestaria y a
cinco colegas y a mí, nos pasaron un preaviso de dos meses. Y pues, más allá de
lo duro que es quedar en el desempleo, me di cuenta que mi curriculum era
tremendo para impresionar a la gente por todo lo que he hecho, pero que no les
deja para nada claro que es exactamente lo que hago.
De repente el tema del #BlogsNi se volvió mi tema:
¿quién diablos soy profesionalmente? Y no es cualquier cosa preguntarse eso a
los treinta siete años, cuando se supone que uno ya debería ser un profesional
consolidado, especialista en alguna cosa productiva, con valor y prestigio
social y todas esas cosas que un adulto responsable debe aspirar alcanzar.
Me cuentan que cuando yo era niño, ante la pregunta
¿qué querés ser? yo respondía "eskimero" imagino que motivado más por
la gula que por vocación laboral. Años más tarde pensaba que sería un ilustrador de comics y tengo el recuerdo vivido de mi madre,
que me encontró dibujando en un álbum de esos que traen dibujos y cuadriculas
para copiar. Yo le mostré mi primer boceto y ella me dijo que para
que estaba haciendo eso, que yo podía hacer mejores dibujos: los míos.
Aquella idea de ser original caló en mí, y fue una
invitación a explorar dentro de mí las ideas, las inspiraciones y eso hice. Al
mirar dentro de mi cabeza siempre encontraba algo, como un sombrero de mago
sacaba de ella cuentos, dibujos, juegos. A veces parece que se termina pero
luego hay algo ahí que bulle por salir y yo lo jalo para afuera, como si fuese
algo vivo, que se escapa de mí.
Al final estudié psicología porque parecía ser la
carrera con el mayor área de ambigüedad y misterio posible (me planteé estudiar
parapsicología pero no quería irme a México) Imaginé un magno futuro en la
psicología clínica, con barba, diván y toda la parafernalia psiconalítica, pero
un antropólogo matagalpino se interpuso en mi camino y giré rápidamente hacia
los extremos de la psicología social y después de ahí al abismo de las
consultorías y múltiples trabajos tan dispares como docencia y seguimiento
técnico de proyectos de formación profesional
en turismo.
En medio de toda esa búsqueda incesante de estímulo
intelectual y el gusto por tomar trabajos que asumí como acertijos por descifrar,
seguí dibujando y escribiendo y monté muchos blogs, primero en aquella
comunidad ya extinta llamada geocities y en esta nueva encarnación de la web en
blogger. Y es en esos post de cuentos, textos biográficos e ilustraciones donde
yo puedo ver claramente que soy todo eso, que mi identidad no la puedo resumir
en un término de especialidad.
Por eso no puedo escoger entre psicólogo, consultor
organizacional, facilitador de procesos, escritor e ilustrador. Lamentablemente
para mí, el mercado laboral es miope y le cuesta vernos de forma integral,
demanda la especialización.
Una buena amiga, Coralia Guerra, dedicada al coaching me ayudó
recientemente a definirme bajo el concepto de especialización y me he bautizado
a mí mismo como un Especialista en Gestión del Cambio personal y organizacional,
con énfasis en liderazgo, cultura y comunicación.
Mi cuerpo se resiste, no me siento cómodo etiquetándome,
me siento como un artículo de supermercado. Pero debo afrontar la realidad: el
mercado laboral no anda contratando a especialistas en imaginar.
… Pero aún guardo la esperanza de que algún día lo haga.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Noviembre 2013
lunes, 18 de noviembre de 2013
LA OSCURIDAD
¿En qué momento poblamos la noche de monstruos?
A las siete me mandaban a acostar, era tiempo de dormir porque al día siguiente tocaba levantarse temprano para la escuela. Yo iba obediente. Mi padre me daba las buenas noches y apagaba la luz. A partir de ese momento mis oídos dibujaban el mundo exterior: los pasos de mis padres, el abrir y cerrar de la refrigeradora, y el televisor, con esos programas que sólo los adultos podían ver y que yo llenaba de imágenes en mi mente.
Una o dos horas después, me alzaba sigiloso de la cama de madera que mi padre había diseñado para mí. Enfundado en el mameluco nocturno, mis pies se deslizaban sin ruido por los ladrillos rojos, hasta llegar a la sala, a unos pocos pasos de mi cuarto. Ahí miraba a mi padre sentado ante los capítulos de los vengadores, la serie original de los ochenta, o con algún noticiero o comedia. A mí me daba igual lo que fuera, lo importante era la gloriosa sensación de estar viendo lo prohibido, sin ser atrapado.
Y sucedió que se me llenó la cabeza con las imágenes de vampiros y otros monstruos que atravesaron la pantalla prohibida una de esas noches. Yo ya temía a la oscuridad, pero a partir de aquella ocasión di forma concreta a mis temores: en poco tiempo imaginé que los vampiros merodeaban mi cama, otros seres de manos verdosas acechaban desde abajo a la espera de mis pies; un ser de cuerpo como derretido y de ojos plateados, dormía en el cuarto de la señora de limpieza; y seres peludos, en parte mono, en parte lobo, se colgaban de la cumbre de las acacias del patio trasero.
Si me daba sed corría hacia la refrigeradora y escapa hacia mi cuarto de las sombras que sabía que venían detrás de mí. En mi cuarto, me ocultaba bajo las sabanas, respirando con dificultad en aquellos calores infernales de managua, pero seguro de que así lograría que los vampiros no mordieran mi cuello, ni los monstruos me arrastraran fuera de mi mosquitero.
Nunca hablé de los monstruos, menos aún de aquel gigante de oscuridad, que cada cierto tiempo, salía desde el cementerio central, a buscarme a mí; obligándome a quedarme quedito, con la almohada sobre mi cara, mientras aquello avanzaba despacio desde las tumbas hasta quedar pegadito a mí, tratando de sentirme a través de la pared del lado del patio.
Por años, cuando mi padre apagaba la luz, yo quedaba solo, con todos mis monstruos en la oscuridad.
... Y sobreviví.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Noviembre 2013
miércoles, 6 de noviembre de 2013
MI PADRE
Los gigantes habitan nuestros cuentos, son horror y fantasía que destruyen pueblos con sus pies o bien ayudan a los héroes a enfrentar dragones escupe fuego y travesías imposibles. Yo también tuve mi gigante, un hombre que me alzaba contra la pared mientras cantaba el sapo y la rana se fueron a casar, un ser moreno que contrastaba con el blanco pálido de mi piel, un ser que soportaba mis patadas en el comedor y me mandaba lavar las manos antes de comer.
Luego fui conociendo al gigante, descubriendo sus libros en los estantes que ocupaban toda la casa, viéndolo dibujar planos durante la noche, cocinando pollo asado los domingos, escuchando sus ideas sobre ovnis y visitas extraterrestres descritas por Erick Von Daniken.
Luego fui conociendo al gigante, descubriendo sus libros en los estantes que ocupaban toda la casa, viéndolo dibujar planos durante la noche, cocinando pollo asado los domingos, escuchando sus ideas sobre ovnis y visitas extraterrestres descritas por Erick Von Daniken.
Luego el gigante se fue haciendo pequeño. Se
achicaba cuando le gritaba a mi madre; perdía fuerza las veces en que me tocaba
ayudar a arrastrarlo a su cuarto cuando había tomado de más. Hasta que ya no
fue mas un gigante, se convirtió en una sombra que leía y miraba televisión,
una sombra que me había dado como madre a un monstruo mutable, y le odié por
eso.
Y era mi madre lo único que existía entre nosotros. Las palabras
pasaban a través de ella como una bisagra. Ella era nuestra mediadora y nuestro
muro de contención.
Hasta que un día ella murió.
Y poco a poco, lo pude ver otra vez, sin la oscuridad de mis rencores,
sin la rabia de la vida que no escogí, sin el sentimiento de traición de haber
percibido que me había dado la tarea de cuidar a mi madre, como si yo fuera su
pareja.
Ya no fue una sombra.
Y lo abracé.
Volvió a ser mi gigante y yo me convertí en el suyo.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Noviembre 2013
viernes, 25 de octubre de 2013
MI HERMANO
Hoy fue uno de esos días en los que me preguntan si soy hijo único y me toca
morderme el labio, antes de mentir diciendo que si. Como siempre, me quedan
viendo con una expresión lastimera y mencionan que eso de ser único es muy
solitario, que los hijos únicos somos gente extraña, distinta.
Cuando me dicen esas cosas me recuerdo construyendo torres
con los tacos de madera que mi papá traía de las obras que supervisaba;
dibujando durante horas en la mesa del comedor; armando casas con los colchones
de los sofás; montando camas con ramas cortadas de la acacias de la terraza,
para acostarme y ver las nubes pasar en un cielo azulísimo.
A veces deseaba tener un hermano. Pensaba que mi vida sería
distinta con un hermano mayor con quien poder conversar; que me acompañara
cuando mis padres peleaban; que me defendiese en el colegio. Envidiaba a
mis compañeros que tenían esos dobles genéticos con quienes jugar y discutir.
Una noche, mientras intentaba alejarme de una tempestuosa
salida familiar, me dijeron que tenía un hermano. Ahora no recuerdo quien me lo
dijo, si fue mi madre o mi tía que vive en Venezuela que estaba de visita, el
impacto debe haber sido demasiado fuerte, la memoria es algo frágil.
Durante los años siguientes fui rescatando, pieza por pieza,
esa otra historia que no me habían contando: la de mi madre violada por un ex
novio estando comprometida con mi padre; la de mi abuela paterna prohibiendo el
matrimonio de mi padre si él aceptaba el embarazo que había resultado de la
violación; la de mi madre regalando a su primer hijo a una pareja que luego se
fue a México, para nunca mas saber de él.
Entendí entonces porque recordaba a mi madre con una enorme
cicatriz en su vientre; entendí que era el resultado de dos cesáreas con apenas
un año de distancia; entendí que mi hermano había ocupado el vientre de mi
madre antes que yo; que ella había hecho creer a mi padre que estaba tomando
píldoras anticonceptivas; entendí que ella había decidido tener otro hijo a lo
inmediato, contraviniendo el mandato médico; y sobre todo entendí que yo había
nacido para reponer a mi hermano.
Sin embargo entender nunca mitigó el dolor de ver a mi madre
sufrir durante sus crisis por el destino incógnito de mi hermano, menos aún
escucharla decir en alguna ocasión, que habría preferido quedarse con él en vez
de conmigo.
Por eso miento cuando me preguntan si soy hijo único, es la
respuesta más fácil, la más conveniente. Pero él existe, allá afuera, en el
mundo real. Talvez tiene el mismo color café de mi pelo, la forma de mis ojos,
la contextura delgada; talvez ya nos hemos cruzado; talvez ustedes lo han
hecho; y talvez él todavía cree que es hijo único.
Alberto Sánchez Argüello
Managua Octubre 2013
Imagen: Internet
jueves, 24 de octubre de 2013
TALLARINES
Mi
abuelo Benjamín Argüello siempre quiso tener un hijo varón. Para su desgracia,
todos morían al poco tiempo de haber nacido, sólo las niñas sobrevivían. Por
eso, cuando tuvo sus segundas nupcias con mi abuela y ella dio a luz a mi
madre, él se fue, las dejó solas en el barrio Cristo del Rosario de aquella
Managua, que mató el terremoto.
Mi
madre me contó que mi abuela le dio de comer durante un año tallarines, era lo
único que podía comprar, la bolsa no le daba para más. De niño yo escuchaba
esta historia y me imaginaba a mi abuela cocinando en una enorme porra del
tamaño de la cocina y a mi madre, una bebé blanca y regordeta, cubierta de
fideos y salsa de tomate.
Después
de ese año de spaghetti, mi abuelo volvió y decidió convertir a Lidia en su
hijo varón. La llevaba a ver peleas de boxeo y al estadio a los partidos de
baseball. Imagino que por eso mi madre jugaba conmigo –en mi adolescencia- a
dar golpes con sus pesados puños; también gustaba de la música que ella llamaba
de cantina y beber ron plata, así sin nada, el puro jaibol. Mi abuelo la crió ruda, sin caricias, más que
aquellas que le daba cuando la sentaba en su regazo, para tocarla bajo su
falda, lejos de la mirada de los demás; con la memoria herida de mi madre como
único testigo.
Al
tiempo fueron naciendo los tres hermanos que mi madre tendría que cuidar y
mantener, en el momento en que mi abuela sufriera el derrame que la incapacitó
y mi abuelo -incapaz de vivir sin aquella mujer fuerte y colérica- muriese de
tristeza.
Uno
de esos hermanos fue el primer hijo varón que mi abuelo finalmente pudo ver
crecer. Su Benjamín, un niño de rizos dorados y sonrisa grande como el mundo;
un niño que sería economista y sobreviviría los horrores de la guerra en las
montañas del norte de Nicaragua, para morir –al decir de mi madre- a la edad de
cristo, por una bala voluntariamente aceptada.
A
veces pienso que la vida de mi madre habría sido otra si mi abuelo no hubiese
regresado. Talvez su mente no habría empezado a resquebrajarse bajo las manos
que se escondían dentro de su falda; podría haber vivido su juventud en vez de
trabajar para que mis tíos se graduaran. Después de todo, comer tallarines no
es tan malo.
Alberto
Sánchez Argüello
Managua
Octubre 2013
jueves, 17 de octubre de 2013
EL MAR
René
Quinton pensaba que la vida se originó en el mar, y que cada cuerpo humano
es como un pequeño océano en el que flotan las células. Yo no puedo
confirmar su tesis, pero si reconozco que mi cuerpo siempre se ha sentido en
casa cuando está en el mar.
Desde
niño mis encuentros anuales en semana santa, durante los viajes familiares,
eran la epitome del placer salino; me convertía en un encurtido que se
conservaba bajo el vaivén de los tumbos y las olas, respirando la espuma blanca
del pacífico.
Tenía
para mí los distintos tipos de baño: el matutino con la marea baja y una gran
playa seca, llena de caracolitos; el de media mañana con un sol creciente y
olas que me empujaban hacia las dunas y el vespertino de marea alta, con un
sabor a peligro y ganas de llegar más allá del horizonte azul.
El
mar era también fuente de mis primeras envidias, cuando observaba las latas de
comida, jugos y gaseosas que mis primos de la casa vecina llevaban, en
contraste con las frutas y agua en botella que me pasaban mis padres. En mi
mente de clase de media, ellos eran los ricos, porque su mamá –hija de
hacendado- podía comprar en la “diplotienda” y llevaba cocina, refrigeradora y
hasta televisor al mar; mientras que mis padres trabajaban para el Estado y no
les daba más que para llevar comida del mercado y cocinar con carbón.
Yo
no sabía ni entendía entonces, que yo era un rico a los ojos de los niños que trajinaban
el tránsito, descalzos, vendiendo tortillas o dulces de coco. Mi comprensión de
las cosas era muy limitada, sólo sabía que odiaba el colegio, que no me gustaba
que mi madre a veces se encerraba en su cuarto, que no había nada mejor que ver
los muñequitos por las tardes y que una de mis primas –de las que estaban en la
casa del lado en el mar- me gustaba mucho.
Recuerdo
que estaba intentando espiar a mi prima a través de los agujeros de una pared,
cuando el hermano menor de mi mamá llegó al mar. De lejos vi a mi madre caer al
suelo después de algo que él le dijo. Nadie me explicó nada, los adultos iban y
venían asustados y yo me fui enterando con el tiempo, que mi tío Benjamín se
había suicidado y que la mujer que regresó con nosotros a casa, no era mi mamá,
sino un monstruo llamado bipolaridad, al que aprendí a temer y odiar desde
aquella primera crisis de la que fui testigo los meses siguientes.
Aquel
verano sentí que algo dentro de mí se cerró para siempre; quise quedarme
flotando en el mar, como lo hacen las células en mi sangre.
Alberto
Sánchez Argüello
Managua
Octubre 2013
Imagen: fuente internet
miércoles, 16 de octubre de 2013
LA MUERTE Y YO
La muerte y yo nunca hemos
sido muy cercanos. Nos encontramos ocasionalmente en funerales que no me
causaron mayor emoción; ella siempre ocupada con los cadáveres ataviados con
sus mejores ropas, yo cumpliendo con alguna exigencia social heredada de mi
familia. Se podría decir que nuestra relación ha sido de mero compromiso.
Ni siquiera la muerte de
algún gato muy querido, a picotazos de un gallo, me pudo acercar a ella. Imagino
que alguna responsabilidad tuvo mi madre en todo esto; no sólo porque la culpe
de mis extravagancias emocionales, sino porque trató de mantenerme en una
burbuja, o bien no hizo mayor cosa por romper la que yo cultivaba desde
mis libros.
Por eso cuando entré al
cuarto de mis padres, dónde ella estaba en coma, respirando como si una máquina
vieja habitara sus pulmones, no tuve espacio para la sorpresa ni la pesadumbre.
Me decía a mi mismo que esa muerte era anunciada, esperada incluso, no por mí
claro, sino por el niño que fui que la mató en tantas ocasiones, que seguramente
algún cementerio imaginario crece por ahí, en uno de los predios baldíos de
Managua.
Mi madre estaba ahí, dándome
la oportunidad de besar sus mejillas macilentas, o al menos sostener su mano
mientras la sangre aún buscaba frenética hacer sus últimas giras desde el
corazón hasta los pies, pasando por esa mente que consumía sueños y pesadillas
como último adiós a la realidad. No besé
sus mejillas ni sostuve su mano, no acostumbro a despedirme de los muertos. Opté
por la salida fácil: me oculté en el baño del cuarto.
A salvo en el cuartito de
lavado que mi padre adornó con azulejos quebrados con aire a Gaudí, me
miré en los múltiples espejos y un yo anciano me miró con tristeza. Él si
sentía la muerte de mi madre, él si quería gritar y decir que la amaba y que la
odiaba, pero yo no lo dejé hablar, no lo dejé gritar, sólo me quedé ahí en
silencio, dejando que mi padre creyera que me estaba despidiendo a solas con
mi madre, que estaba finalmente acercándome a la muerte.
Alberto
Sánchez Argüello
Octubre
2013
Imagen. Laurie Lipton
lunes, 8 de julio de 2013
MI PSIQUIATRA
En esta vida post moderna el tiempo no nos da para muchas
cosas, a uno le toca escoger. Se trata muchas veces de la competencia entre el
trabajo, el hogar, la diversión y el auto cuidado. Si además uno es poco
organizado aquello se vuelve una labor imposible. De mi parte vivo como el tipo
del circo que se la pasa todo el rato estresando al público haciendo maromas
con platos, dándole vuelta a uno cuando está a punto de caerse para tener que
correr hacia el otro que ya perdió velocidad. Es cuestión pues de la inercia
que imprimimos a las cosas y atención que toca repartir.
En mi caso siempre sale perdiendo la salud, tanto física
como mental. Voy por la vida igual que un auto viejo al que nunca chequeo ni el
agua ni los líquidos, y lo mismo pasa con mis miedos y neurosis. Pero como
siempre resuelvo, aunque sea a punta de parches, encontré maneras de esquivar
esto de la falta de tiempo. Para el cuerpo he acabado por hacer mal uso de la
Internet buscando mis síntomas para aliviar las dudas y para la mente me había
contratado un psiquiatra imaginario.
En algún punto de mi cerebro, entre el hemisferio izquierdo
y derecho, le habilité una oficina y lo amueblé en el estilo clásico freudiano.
Negociamos un contrato exclusivo sin tiempo definido y marcamos una hora
imaginaria a la semana. Obviamente yo fallaba muchas veces, pero cuando
acertaba a cumplir con la cita el psiquiatra hacía maravillas. Comenzamos con
mis problemas de autoestima arrastrados de la secundaria, para pasar luego a
temas más gruesos como mis preocupaciones por el calentamiento global, el
deshielo de los polos, los terremotos, las maras centroamericanas y mi mala
administración del dinero.
Luego empecé a compartir mis temores más cotidianos. Le
pregunté si creía que la policía estaba implicada en la golpiza brutal a los
chavalos y chavalas de OcupaINSS, que si sería cierto que la deportación del
compañero de vida de Zoilamérica Narváez era una venganza de la primera dama,
que si el proyecto del canal con una empresa China era una estafa, o que si
existen intereses del partido de gobierno en la tala de Bosawás…
El psiquiatra siempre me calmaba, apelaba a mis tendencias
conspiranoicas, me recomendaba tomar en cuenta otras fuentes (como los medios
de comunicación afines al gobierno) y me daba un chocolate imaginario.
Hace un par de semanas llegué puntual a la cita y me
encontré un rótulo en la puerta del consultorio que ponía “Cerrado por exceso
de realidad” Yo me aterré, porque recién empezaba a juntar todas
las preguntas que había estado formulando y se me había dibujado un cuadro de
mi país que me ponía la piel de gallina; así que me tocó tomar una bolsa de
papel y pasar algunos días respirando dentro de ella mientras contaba hasta
diez.
Ahora me toca enfrentar solo los miedos que me produce mi
país. Por las calles veo a las demás personas tan tranquilas, quisiera saber si
se hacen preguntas, si tienen miedo, quisiera saber si tienen un psiquiatra
imaginario que les ayuda a calmarse con chocolates…
Alberto Sánchez Argüello
8 Julio 2013
Imagen: internet
domingo, 30 de junio de 2013
CORTANDO CON LA NAVAJA DE OCKHAM
A
mí siempre me ha dado por la fantasía. De veras quisiera que al salir a la
calle todas las esquinas estuviesen pobladas por duendes y hadas, ocultos tras
los tarros de basura, o por lo menos algún gnomo estuviese taxiando entre tanto
desempleado. Pero la realidad es un poco más insípida y nunca he logrado ver un
OVNI por más que tuerzo el cuello mirando hacia el cielo y nunca llegó la
esperada evidencia del plesiosaurio que se esconde en el lago Ness.
La
verdad es que le debo mucho a mis amigos racionalistas que han tratado de
inculcar en mi un poco de sentido de común, o al menos el uso cotidiano de la
navaja de Ockham, aquella que la buena wikipedia define como “principio metodológico
y filosófico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual, «en
igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta».
Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las
mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser
correcta que la compleja”
Por
eso empecé a aceptar que los sonidos escabrosos de la noche sólo son ratones
buscando las migajas que dejé en la cocina, que si me ha ido bien en la
vida no se debe a entidades divinas que vigilan mi camino sino a decisiones
acertadas, entre otras cosas.
Luego
se vuelve un vicio la bendita navaja. Tan así que al leer el comunicado oficial
de la policía nacional en el que hacen referencia tácita al ataque sufrido por
los y las jóvenes de #OcupaINSS en el plantón de apoyo a la Unidad Nacional del
Adulto Mayor, al decir “Esta posición obedece a intereses oscuros y
malintencionados que de forma perversa pretende desacreditar y deslegitimar la
labor de la Policía Nacional de Nicaragua, presentando y manipulando a través de
las redes sociales y algunos medios de comunicación, imágenes y videos de
hechos que no ocurrieron en nuestro país y que tampoco fue realizado por
nuestros agentes, lo que denunciamos y condenamos públicamente” no me quedó más
que preguntarme: ¿aplicaron ellos la navaja de Ockham?
De
un lado tenemos la denuncia de 14 jóvenes que nos hablan sobre
detenciones ilegales, tortura policial, ataque de doscientos individuos
enmascarados bajo complicidad de la policía, así como robo de carteras,
celulares, aparatos electrónicos y vehículos, apoyado por fotos, videos y señales
de moretones y quemaduras de ácido. Además de testigos.
Del
otro lado tenemos a la institución policial que llama a todo esto “intereses
oscuros y malintencionados” En otras palabras una trama, una conspiración, una
mentira elaborada acompañada por testimonios falsos, fotos falsas, videos
falsos y testigos falsos
De
ser falsas las catorce denuncias interpuestas ante la fiscalía por los jóvenes,
hombres y mujeres, significa que se tuvo que hacer un guión muy bien elaborado
de los eventos de la madrugada del sábado 22 de Junio, de tal forma que todos
los testimonios concordasen en tiempos y eventos (que de hecho lo hacen) contar
con pruebas técnicas de la falsedad de fotos y videos, invalidar las palabras
de los testigos, presentar la versión de los policías presentes aquella
madrugada. Y ya que estamos en ello, adelantarse a hacer una investigación
exhaustiva de los eventos denunciados para terminar de una vez por todas con la
campaña sucia de la que dicen ser objeto.
Yo
aún tiendo a querer que en este mundo exista lo sobrenatural y lo mágico, por
eso me gustan las teorías conspiranoicas en las que una sociedad secreta o
grupos poderosos manipulan la realidad a su antojo. Pero luego me detengo y veo
casos como el de #OcupaINSS y la Policía Nacional y empiezo a cortar con la
navaja, ¿y saben que encuentro? que la teoría más simple tiene más
probabilidades de ser correcta que la compleja.
Alberto
Sánchez Argüello
Managua
Nicaragua
30
Junio 2013
Imagen:
foto Diana Ulloa/Confidencial
lunes, 29 de abril de 2013
MI CUERPO
Por un buen tiempo viví contando
mi edad en 18 años, no estoy tan seguro porqué, pero mi mente se resistía a
entrar a los veintes. Y bueno, cuando se acercaban los 30 años me aterré,
sentía como si una barrera del tiempo me acechara; una frontera que al
franquearla me llevaría hacia lo desconocido: el lento, pero seguro proceso de
ir envejeciendo.
Al final todo se reducía al temor
más básico a la propia mortalidad. Me horrorizaba la idea de perder
capacidades, sobre todo las mentales. Recuerdo alguna vez haber hablado con
Manuel sobre un pacto suicida que evitara que llegáramos a la edad del
Alzheimer.
Ya pasados los treintas mi edad
se volvió difusa, pensar que tenía 18 era insostenible y empecé a alimentarme
de los comentarios de la gente: usted no parece de 30, joven disculpe, ¿que va
a querer muchacho?... Vivía mis miedos y vanidades desde mi interior,
apreciando el cuerpo largo y delgado que los genes arguellos me trajeron desde
la ciudad de León, seguro de que ninguna comida o falta de ejercicio eran
capaces de hacer mella en mi figura.
Pero horror, pasando los 35 se
empiezan a asomar zonas neumáticas, contenedoras de grasas que se asientan sin
invitación ni previo aviso. ¿Qué le pasó a mi metabolismo acelerado? ¿Dónde
quedó la supuesta hipoglicemia que mantenía todo en orden?
Mi cuerpo y yo nunca fuimos
demasiado amigos, en principio le aborrecí durante décadas. El proceso de
aceptación fue lento y accidentado y cuando finalmente alcancé el equilibrio le
empecé a tratar, o mejor dicho, le seguí tratando a como trato al Land Rover
año 1962 herencia de mi abuelo: sin agua y sin cuidado.
En ese sentido he sido fiel al
arquetipo de la masculinidad latinoamericana, tratando mi cuerpo como una
máquina que nunca se va a descomponer, haciendo caso omiso a dolores y síntomas
de cansancio. Arquetipo que por demás está decir que es una soberana idiotez
que sólo sirve para reducir la calidad de vida y enriquecer a las funerarias.
Hace unos meses atrás cayó en mis
manos el “Diario de un cuerpo” de Daniel Pennac. Comencé despacio la lectura, por estar algo oxidado en el hábito de leer, confiado de acelerar más adelante; pero luego –a pesar de encontrar
fascinante la lectura del registro de la vivencia corporal de una persona desde
los 12 años hasta su último año de vida- seguí avanzando con la misma lentitud.
Fue hasta llegar a los 50 años del personaje que entendí el motivo: no quería
saber como era envejecer. Sin embargo me armé de valor y acompañé a aquel
hombre textual hasta su muerte.
Reí con el libro recordando mi
propia adolescencia y juventud y lloré con la muerte de sus seres queridos… le
acompañé paso a paso en sus minúsculas intimidades como si se tratase del mejor
amigo de mi vida. Nunca ningún libro me había acercado tanto a un personaje a
la carne y hueso de la vida cotidiana. Y sin notarlo demasiado, sin tener tanta
conciencia, algo cambió en mí. Me percaté de mis manos, de mi piel, de la piel
de mis seres queridos, de sus brazos y piernas, de sus cuerpos y el mío. Mucha
mente, muchas emociones, pero al final del día también somos esto: cuerpos que sienten,
que dan, que reciben. Ahora sé y asumo que mi cuerpo tiene término, pero que el
tiempo que tenga es para tocar y ser tocado, para sentir y hacer sentir… el
cuerpo es para amar.
Alberto Sánchez Argüello
Managua 29 Abril 2013
lunes, 8 de abril de 2013
LEY 779
En el año 2012 La Asamblea Nacional aprobó la Ley 779, Ley integral contra la violencia hacia las mujeres, un proyecto impulsado por el movimiento de mujeres de Nicaragua.
“La ley tipifica los delitos que en lo público y lo privado se comenten ejerciendo violencia contra las mujeres, en cualquier ámbito de la vida social o familiar. Se introduce el delito de feminicidio a la legislación penal nicaragüense y se penaliza ampliamente el ejercicio de la violencia física, psicológica, patrimonial, económica, laboral, el delito de sustracción de hijos e hijas y la violencia en el ejercicio de la función pública contra las mujeres. La ley establece las penas a los delitos nuevos introducidos y elevó las penas a los que estaban establecidos de previo”(www.enlaceacademico.org)
En el 2013, un grupo de abogados interpuso recursos de inconstitucionalidad contra dicha ley. Entre los argumentos que contienen los recursos interpuestos están:
Favorece arbitrariamente a un solo sector de la sociedad en detrimento del derecho de los hombres. Establece categorías muy amplias del sujeto a castigar (sujeto punible). No existe proporcionalidad en la pena con que castiga los delitos. Excluye la mediación, que es un principio de oportunidad. Viola el principio de igualdad porque a la mujer que comete los mismos delitos que el hombre se le aplica ley común y a los hombres ley especial. Viola el debido proceso porque autoriza notificar al hombre.
Esto ha generado discusiones y artículos de opinión como el escrito por el abogado y notario, señor Valentín Barahona Mejía en el END el 27/3/2013, intitulado“Recursos por inconstitucionalidad contra Ley 779”
El texto en cuestión apoya al grupo de abogados y pone en duda la validez de la ley, pero siguiendo la forma ilícita que plantea la dialéctica erística del arte de la controversia de Arthur Shopenhauer.
En concreto se pueden ejemplificar dos estrategias utilizadas en el artículo de opinión para descalificar la ley y a las organizaciones de mujeres que la defienden.
Cita del artículo “El panal ha sido alborotado; grupos radicales y extremistas llaman a plantarse ante la CSJ para coaccionar, intimidar y amenazar a magistrados; sin ética se insta recusar a la Sala Constitucional; embriagadas por el fanatismo acusan de agresores a ciudadanos que se oponen a la ley”
Acá en vez de influir en el intelecto del lector(a) con razones, se influye en la voluntad por medio de motivos. Si a esto le sumamos las emociones (rabia, tristeza, etc.) tenemos un efecto mayor. ¿Y cuáles son los motivos que atribuye el señor Barahona a los(as) que promueven la ley?
Cita textual: “El grupito anti-hombre está consciente que la Ley 779 tiene graves roces con la Constitución, pues contradice el principio de igualdad ante ley”
Pues ni más menos que alguna especie de antagonismo totalizante hacia la masculinidad. Fijado el motivo (por el autor del texto) se puede descalificar cualquier argumento de este grupo, incluida por supuesto la ley 779.
Esta estrategia se complementa al convertir al grupo de abogados en representantes de una cruzada, polarizando la discusión usando tintes éticos y emotivos: “Una vez en vigencia la ley, ciudadanos valientes y decididos, nadando contra la burda manipulación de grupúsculos minoritarios disfrazados de defensores de las mujeres, interponen recursos por inconstitucionalidad”
Finalmente el texto procede de manera ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión a la persona del adversario(a), a la que se ataca de cualquier manera. El artículo llama a los grupos que apoyan la ley“grupos radicales y extremistas, sectores oportunistas, grupúsculos minoritarios disfrazados de defensores de las mujeres, grupito anti-hombre y movimiento fanatizado”
Cien días desde que la ley entró en vigor disminuyó el número de mujeres que murieron a manos de sus parejas o exparejas, pasó de 64 en el 2011 a 55 en el 2012. Se registraron 115 mil denuncias interpuestas por las afectadas, mientras en todo el 2011 fueron 83 mil. Además, se registraron 1, 783 violaciones contra mujeres y niñas y en el 2011 la cifra total fue de 1,553 (LP 2012)
Tomando en cuenta estas cifras me parece necesario que cualquier debate sobre esta ley sea de altura, respetuoso y sobre todo coherente con un principio fundamental: que no haya ni una mujer o niña, asesinada, violentada o violada, ni una más.
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