Hace
un par de días mi hijo mayor me contaba que tuvo una pelea en su escuela con un
alumno de secundaria –él tiene 12 años- que le tocó defenderse y terminó quebrándole
un par de dientes al muchacho. Yo le di el mismo sermón que le he dado por los
últimos ocho años sobre la no violencia y la tolerancia. Fue hasta tiempo
después en que caí cuenta sobre la manera en que me había narrado el incidente:
fue como cuando me muestra sus video juegos de dragon ball y me cuenta con lujo
de detalles cada técnica utilizada, cada llave, cada golpe, es más, había
satisfacción en su historia.
Volví
a verle y le hablé de mi hallazgo, tratando de no humillarlo ni sermonearlo,
sólo invitándolo a reflexionar sobre el gozo implícito en su narración y de que
las personas no somos como Goku, Picoro y Vegeta, que sentimos, que el cuerpo
no es lo único que duele cuando nos golpean.
Ahora
no vayan a pensar que me creo eso de que los video juegos y las animaciones
violentas son las causas de la agresividad en los niños, si creo en la
necesidad de mediar sobre ellas, hablar sobre la violencia y el uso de la
fuerza…
Y
es que acabo de leer sobre el asesinato de Marisol del Carmen Martínez Montes, en
el reparto Miralagos, comunidad Momotombo, en La Paz Centro, León.
La
hija de cinco años de la mujer fue testigo del homicidio… ¡cinco años! Apenas un
año menos que mi hija…
Este
hecho lleva a 46 las mujeres asesinadas en lo que va del año en Nicaragua y a mí
me revuelve el estómago pensar en esto ¿qué está pasando con nuestro país? ¿Que
nos está pasando?
Mi
mente se llena de categorías: se me viene el famoso asunto de los traumas
psicosociales de la guerra, los terremotos, el Mitch, tantas muertes no
procesadas, no digeridas, pero también las crisis económicas que llevan a las
familias a la pobreza extrema –si no es que ya estaban ahí- generando estrés y
desesperación; luego el aumento de la violencia y corrupción institucional que
permea a toda la sociedad y la impunidad política que viene desde el ejemplo de
un presidente abusador y pasa por todos
los casos de funcionarios acosadores y así hasta cubrir al mas último de los “hombres
del partido” Y tampoco paso por alto el consumo de novelas en que la familia
entera aprende sobre el hombre como el macho fuerte héroe incapaz de contener
su violencia y a mujer princesa/reina de casa que tiene que temerle y adorarle…
y así la lista de factores se vuelve interminable…
Y
en el fondo, en el más oscuro de mis pesimismos, pienso que estos asesinatos
son hijos de un patrón profundo en la psique colectiva, aquel que dice que en
Nicaragua el fuerte gobierna y el débil obedece, so pena de muerte.
Yo
seguiré en mi tarea de conversar con mis hijos sobre no vivir violencia, a no
reproducir la violencia y así con todas las personas que pueda. La verdad me duele
el pecho, no quiero vivir en un país en el que pasan estas cosas, no quiero que
mi hijo se convierta en un agresor, no quiero que mi hija se
convierta en una víctima, no quiero.
Alberto
Sánchez Argüello
Managua
Nicaragua 25 Junio 2014
Yo creo que algo està pasando respecto a la incidencia de la violencia contra la mujer, no se, siento que se hace poco, que va creciendo, que es vicioso. Solo que #DejenDeMatarALasMujeres . Nicaragua deje superar este desastre humano.
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