Para
comenzar a escribir este post me levanté a las cinco de la mañana, buscando ese
momento silencioso que los pájaros rompen con buen tino. Luego entre
procrastinar con las redes y no saber por donde empezar dejé que el sol entrara
cada vez con más libertad por la ventana. Finalmente me levanté de la silla,
abrí una gaveta de mi “archivo” y saqué tres cuadernos “hechos en Nicaragua por
industrias Mercurio” En ellos, a mano y
en grafito, están mis primeros cuentos, escritos entre 1990 y 1991, tenía yo 14
y 15 años.
Recuerdo
que en la clase de español nos pidieron por aquel entonces aplicar los tiempos
verbales y tipos de frases elaborando ejemplos escritos. Yo aproveché aquello
para redactar microficciones, obviamente yo no sabía lo que estaba haciendo, era
más un juego de imaginación y una excusa para divertirme, así empezó todo.
En
esa época me pegaba mucho la ciencia ficción, aunque he de confesar que había
leído muy poca, lo mas “fábulas de robots” de Stanilaw Lem, una hermosa versión
ilustrada que presté en la biblioteca
infantil del parque Luis Alfonso de Managua, biblioteca que lamentablemente ya
no existe. La poca lectura era compensada con películas como odisea del espacio
2001 y Blade Runner, además de los nombres y portadas de incontables libros de
mi padre dispersos por todos los estantes de la casa; libros de Paul Anderson,
Arthur C. Clark, Ray Bradbury e Isaac Asimov. De todos estos fue a Asimov al
que si di seguimiento más adelante y me leí de un tirón su serie de fundación e
imperio, una pasada.
El
punto es que ahí están esos cuentos de robots, héroes galácticos y
exploraciones espaciales, temas que no volví a tocar, porque además nunca me
consideré escritor. Fue hasta el año 2002 que volví a escribir, 11 años
después. Para entonces mis múltiples viajes al macizo de peñas blancas, zona
núcleo de Bosawás, me habían tallado nuevos temas e intereses. En aquel momento
me encontraba leyendo “El Aleph” y “el libro de arena” de Borges, recomendados
por Germán Pomares, que siempre me estaba animando a escribir. El cruce de
lecturas y vivencias desembocó en “Las cinco y media” un cuento borgiano que
narraba la historia de un personaje real de la comunidad de peñas blancas con
trazos de ficción. Al año siguiente la Fundación Libros para niños convocó al
primer concurso de literatura infantil y juvenil y yo decidí concursar en la
juvenil. Como siempre dejé todo para después y terminé escribiendo “La casa del
agua” en un mes a toda pastilla. Una vez más, recurriendo a mis experiencias
personales en la gran montaña norteña.
Hasta
ahí me llegó la pólvora, lo volví a dejar. Con cierto entusiasmo comencé a
escribir “Chico largo y charco verde” pero al enterarme de que como ganador
estaba vetado de concursar de nuevo con la Fundación, me desilusioné y cometí el
sacrilegio de dejarlo inconcluso, no escribí más.
Tres
años después lo retomé. Aún con tonos borgianos disparé unas cuantas historias
y eventualmente retomé “Chico largo”. Que cosa más difícil volver sobre un
escrito olvidado, pero terminarlo fue una de las más experiencias más
agradables que he tenido en este asunto de escribir. Me acuerdo que esperando a
@SimoneMontiel en el lobby del sitio donde ella llegaba a hacer “Belly Dance”
me ponía con una gran laptop Dell a retomar capítulo a capítulo, y sin saber
muy bien donde iba a parar.
Ya
desde entonces no paré. El 2010 fue un año particularmente productivo y claro en
el 2010 nació la Luna de mi vida. Lo que significó también un cambio de
contexto. En el 2011 mi madre murió y mi manera de vivir el duelo fue escribir
cuentos y poemas, llené el blog. En Agosto de ese mismo año ya había agotado
esa veta y no me hallaba escribiendo cuentos cortos. Mi trabajo que me daba
muchos tiempos congelados en los trayectos hacia Matagalpa, Estelí, Bilwi, Corn
Island, Granada y León, más un smartphone conectado todo el tiempo, me dio la
perfecta excusa para empezar a jugar con los estados de facebook creando la
serie de los “hiperbreves”; a partir de ahí Emila Persola alias Martín Mulligan
me retó a pasar de 300 caracteres a 140 en twitter. En Octubre asumí el reto,
abrí la cuenta @7tojil y me adentré neófito en el mundo de los tuits.
Escribir
“online” es otra cosa. Además hacerlo desde 300 caracteres en primera instancia
me ayudó a concretar, simplificar. Pero también convirtió el escribir en una
experiencia más interactiva, ya que los lectores comentan y a veces hasta
desarrollan las ideas. Ya desde twitter la concreción se volvió máxima, al
punto que al inicio pensé que era imposible crear narrativas profundas. Luego está
el tema de los tiempos: los estados de facebook y los tuits están en un “time
line” una línea del tiempo que se actualiza minuto a minuto y todo lo escrito
se pierde, es fugaz. Pero al compilar mis textos y publicarlos en el blog
semanalmente se les da un carácter permanente y vuelven desde el olvido de la
línea temporal.
Y
claro, escribir “online” directamente en la redes genera mayor divulgación, o
al menos esta ha sido mi experiencia. Escribir hasta antes del 2011 para mí fue
más una experiencia solitaria, conocida por unos pocos amigos y uno que otro
inscrito al Blog. Ahora se ha convertido en una especie de “reallity” como
decía Carlos Lucas Arauz. Escribo en “tiempo real” en Twitter, de ahí se enlaza
a Facebook donde la gente da “likes” y comenta; yo rescato los textos en Word,
edito y publico en pequeñas antologías en el Blog que se ha convertido en una
bitácora de estos experimentos narrativos.
Este es el cuento de mis cuentos, y pues, ahí les seguiré contando.
Alberto
Sánchez Arguello
@7tojil
7
Junio 2012
Imagen: Ajubel
broder, sería super interesante algun escrito tuyo de ciencia ficción, con robots y lásers y toda esa vaina ;)
ResponderEliminarA lo mejor le entramos, gracias por el tip :)
EliminarCada vez que leo tu blog regreso a las aulas del Frances, sentada cerca de Ivette, los Carlos (Aburto y Guadamuz), Manuel, Scarlett, Gloria, tu...recuerdos mezclados entre biologia, mates y Español...nos puedo ver en la memoria, intentando prestar atencion a las clases pero con la mente ocupada en otros mundos...asi pasamos muchos. :)
ResponderEliminarAntes que vuelva a olvidarme, si te gusta la ciencia ficcion, no se si has visto Doctor Who? Mi abuelo me introdujo a ella a los 15 cuando nos mudamos a Puerto Rico, y desde entonces, a travez de las series en blanco y negro hasta este dia, con 11ra version del Doctor, sigo enganchada a las aventuras del Doctor de Gallafray. Si no la conoces, y tienes la oportunidad de ver la serie, igual te guste. :)
Doctor Who siempre fue uno de mis favoritos, yo también lo ví a esa misma edad que vos acá en managua en canal 6, no he visto la versión reciente, la buscaré, un abrazo
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