“Debo crear mi propio sistema o estar esclavizado por el de otro hombre”
William Blake (1757-1828)
El
Viernes 8 de Junio finalmente se concretó esa idea loca de la librería Literato,
propuesta por Julie Vallejo, de realizar una presentación del libro digital de
antifábulas y ficciones, una compilación de 93 microficciones en 140 caracteres publicadas
originalmente en twitter.
A
la locura se había sumado también Israel Lewites, Ingeniero y video disk
jockey, que propuso crear para la
ocasión 10 videos cortos basados en una selección de las microficciones. El resultado fueron cuatro minutos de imagen y
sonido que impactaron mi cerebro y me removieron los intestinos.
Ya
de por sí es bastante extraño que en Nicaragua se haga una presentación de un
libro que no existe impreso, sino que deambula por ahí en la nube bajo licencia
creative commons, pero encima de eso poder contemplar una encarnación
audiovisual de una parte de las historias fue para mí toda una revelación.
Israel
me devolvió mis obras desde su voz y su mirada y pude ver y sentir esos pequeños
textos de una forma nueva. Normalmente al escribirlas se forman en la mente y
se disparan hacia el teclado del teléfono sin mayor emotividad en el proceso.
Al leerlas después lo hago más con un criterio estético y ortográfico y no pasa
a más. Pero puestas en escena con un arreglo sencillo y bien logrado, fue como
si entraran en forma de agujas y tocaran los puntos sensoriales que no me había
permitido sentir al escribirlas.
Eso
sumado a los comentarios expresados después por Sofía Montenegro y William
Grisgby Vergara, terminó por generarme una sensación de estar desnudo. Ahí
entendí que una cosa es escribir en twitter, sin rostro ni miradas externas, y
otra ser mostrado a un público como “el autor”
De
repente las convenciones sociales del “que dirán”, la preocupación por lo
pertinente o la calidad de la obra me acecharon por primera vez, pero sobre
todo, los fuertes sentimientos que había ocultado (incluso de mí mismo) en esas
cápsulas de 140 caracteres, hicieron presencia también.
El
evento para mí significó ser testigo de mis propios textos y a la vez
experimentarlos emotivamente por primera vez. Me hice conciente de cómo han
sido creados como trozos de ideas, perspectivas y sentimientos que lanzados a
la red dialogan con otros y otras espontáneamente.
Pude
percatarme de que como las microficciones que propongo son los pequeños
ladrillos con los que construyo mi propio sistema, mi propia realidad, de
manera caótica, encapsulando las traducciones de aquello que digiero a diario.
Al
final del evento, el libro me lo presentaron a mí también.
Alberto Sánchez Arguello
Foto: Jorge Roossess