viernes, 25 de julio de 2014

EL CANTO DE BOSAWAS



La primera vez que visité peñas blancas fue en 1998, el año del Mitch. Caminé por el terreno que sería la base del Centro de Entendimiento con la Naturaleza y meses después fuí junto con Edgard Castillo y Marcos Agudelo a las laderas del Quilambé, en busca de bambusa guadua, une especie de bambú particularmente fuerte que serviría de bases para el Centro. En aquella época no tenía idea de que me encontraba en Bosawas.

Diez y seis años después Camilo De Castro Belli me invita a la premier del documental “Canto de Bosawas” producido por CaLé Producciones y Fall Line Pictures en alianza con Misión Bosawás y la Fundación Dúo Guardabarranco.

El filme narra el viaje de Ernesto “Matute” López, Isaac Weizer y Bob Sanders hacia Musawas, la capital del pueblo Mayagna, en busca de grabar las voces y sonidos de la música Mayagna.

Las primeras imágenes me transportaron a ese reino mágico de la nubliselva, con la neblina que difumina las copas de los árboles gigantes y los sonidos de una nación de pájaros. Un momento más para sentir esa perenne nostalgia por el agua fría y pura de miles de cascadas y esos olores a musgo y bromelias que se te pegan a la ropa, y sobre todo ese tiempo diferente de la montaña, en el que todo se detiene y se vive de acuerdo a los ritmos del sol y la luna.

El documenta te hace viajar, te lleva en avioneta, camión y panga, río abajo y río arriba, llenando la mirada de verde y de mayagnas, los habitantes originales de estas tierras que llamamos Nicaragua.

La narración es honesta al mostrarnos los obstáculos y las voces de los aventureros, mezcladas con las de los pobladores, permitiendo por un rato que se abra una ventana hacia otra tierra: la de los que resisten a los colonizadores, la de los que tercamente se aferran al bosque como si fuera su propia piel.

Me hizo falta escuchar la voz de las mujeres, ni siquiera la historiadora del arte que acompañaba la aventura tuvo participación en la narrativa, sólo el cántico de dos mujeres que estremece al inicio da alguna razón de ellas en la filmación. Una pena.

Quisiera haber visto más de aquella gente, pero el viaje tenía una misión y el filme la recoge con una calidad impecable de fotografía y edición. Ojalá sirva como ventana para muchas personas más y ojalá recordemos que todo está conectado, que el canto de bosawas es nuestro canto también.

Alberto Sánchez Argüello

Managua 25 Julio 2014

jueves, 10 de julio de 2014

¡NI UNA MAS!


La gente nos mira desde las paradas. Los buses y vehículos aguardan en silencio hasta que se les colma la paciencia y empiezan a sonar sus pitos exigiendo pasar. Cerca de nosotros está un grupo de policías, observando, esperando.

Y mientras vamos y venimos en uno de los nervios principales del tráfico de esta ciudad, mi hija grita junto conmigo “¡ni una más, ni una más, ni una asesinada más!” Ella tiene cuatro años y yo me pregunto que estará pensando de este tumulto de gente con pancartas y megáfonos que le piden a los y las managuas entender que el femicidio no debe ser visto como algo normal, que cada mujer asesinada tenía derecho a la vida, que la policía no debería prestarse al juego de reducir cifras para lavar la cara del gobierno.

Ella ríe, brinca en el asfalto y repite las consignas junto conmigo, yo quisiera platicarle tantas cosas que están pasando, pero no toca aún. Veo a la gente, a la niña vende agua que pide una candela en vaso para acompañarnos, a los jóvenes estudiantes que pasan entre nosotros sin tener idea de que está pasando. Y por supuesto a todos esos conductores que sólo están interesados en llegar a sus destinos sin contratiempos.

¿Es mucho pedir a la ciudad? Incomodar a la gente, sacarla de su rutina por unos minutos para que sepan que alguien en este país no se siente seguro, que no vamos a olvidar las muertes a cómo se estila en Nicaragua desde siempre…

Es más fácil quedarse en la burbuja propia, a mí también me gana seguido la cotidianidad y lo entiendo. Pero es necesario incomodarse, romper la idea de que todo está bien mientras yo esté bien, gritarle a Estado que deje de mentir, decirle a la gente que las mujeres no buscaron que las mataran, que no son 18 sino más de cuarenta y el número sigue escalando…

Entonces mi hija  me pide volver a casita, me toma de la mano y nos saca del asfalto donde mujeres de todas las edades siguen gritándole a la ciudad, rompiendo el silencio, diciendo “NI UNA MAS”

Alberto Sánchez Argüello

Managua 10 Abril 2014