viernes, 14 de marzo de 2014

EL HORROR


Mildred se sienta frente a mí y empezamos una charla contrarreloj, sin mayores rodeos ni calentamientos, como si ya nos conociéramos, pero así pasa en la vida 2.0, al menos para nosotros los que vivimos online.

Estoy hablando de Mildred Largaespada, esa fuerza de la naturaleza que da vida desde Madrid -con su corazón sembrado en Nicaragua- al maravilloso blog de 1001 y un trópicos. Ahora, en Managua, yo no dejo respirar la mañana y le lanzo pasado, presente y futuro como si no hubiese barreras entre ellos.

Me dice que ella me lee, pero que a veces, cuando publico un texto de esos siniestros se da cuenta de entrada y se detiene. Me pregunta que como puede ser que con esta cara que tengo escriba esas cosas, yo me defiendo acusando la mala influencia de Stephen King, que por supuesto es herencia de mi padre.

La pregunta, sin embargo, se queda rondando mi mente y me pongo a pensar si no habré caído en ocasiones en el lugar común de convertir la muerte y el horror en el punchline de mis textos, un efectismo diría mi amiga ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe. Pero “Psicosis”, mi primer cuento, que data de 1990, narra la historia de un hombre que mata a toda su familia y luego se suicida, para ese entonces yo tenía 14 años y aún no había leído ningún libro del autor del resplandor.

Puedo inventarme muchas respuestas al origen de mis escritos perversos, pero sé que la verdad está detrás de todos los silencios familiares, la suma de temores a no decir aquello que corrompe la felicidad de postal que nos venden desde niños, y en el caso de mi país, el cementerio de genocidios de derecha e izquierda que fracturan la memoria de una sociedad que usa el silencio y el olvido como mecanismos de sobrevivencia… esa es también mi herencia.

Para mí el verdadero horror está en los cuartos oscuros en que familiares violan a incontables niñas en nuestro territorio, en las mujeres asesinadas por hombres que creen que son sus dueños, en los políticos y gobernantes que una madrugada mandaron a golpear y aterrorizar a chavalos y chavalas que apoyaban a un grupo de ancianos… en el turismo sexual de una ciudad colonial, en el abuso perpetrado por religiosos, en el tráfico de chavalas hacia México y Guatemala.

El encuentro con esta gran bloguera que es Mildred Largaespada me hizo pensar pues en el horror, al que trato en ocasiones en mis escritos, talvez es una forma de canalizar eso que repta bajo la piel inconsciente de mi país, o talvez simplemente repta dentro de mí.

Alberto Sánchez Argüello

Managua 14 Marzo 2014